Pintura para reanimar Velluters. Con esta idea en mente, el colectivo Ciutat Vella Batega comenzó ayer, dentro del certamen Valencia Intramurs que se celebra este fin de semana y que pretende convertir el centro de la ciudad en un inmenso taller al aire libre.

Uno de los actos centrales es, precisamente, la elaboración del mural que tiene lugar entre ayer y hoy en la plaza de la Botja, junto a varios solares degradados que los vecinos de la zona han intentado en varias ocasiones revitalizar con actividades deportivas y para los más pequeños. El mural, de 37 metros de largo y 7,5 de altura, está elaborado con pinturas plásticas de exteriores para proteger la fachada de agentes meteorológicos.

El mural plasma, o lo hará cuando esté terminado, escenas de los oficios tradicionales del barrio, entre ellos el negocio de la seda. Aunque la mayor parte del trabajo se hará este fin de semana, de los ocho artistas callejeros que intervendrán en la creación del mural terminarán sus aportaciones los próximos 22 y 23.

La intención de Ciutat Vella Batega es revitalizar el degradado entorno de la Botja, muy cerca de calles como Guillem Sorolla, Bany o Asilo de la Infancia y a espaldas de las Torres de Quart. Para ello, el ecléctico lienzo representará a los sederos, sí, pero también a los carboneros „en otro tiempo la plaza se conoció como «plaçeta del Carbó»„ y a los actuales «agricultores» que cultivan huertos urbanos.

La zona era ayer un hervidero de actividad en un acto que ha conseguido, al menos por unas horas, lavar la cara a un punto de Valencia «degradado» e «infrautilizado», que eran las dos palabras que los asistentes ayer al pintado del mural más repetían.