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El Carmen llora a sus gatos

Vecinos y comerciantes reivindican la importancia de los felinos como «símbolo» del barrio y aseguran que no entienden «cómo alguien puede hacer daño a estos animales» - Los voluntarios controlan las poblaciones para que no se masifiquen

El Carmen llora a sus gatos

La sensación general que hay en el barrio del Carmen, donde los gatos son poco menos que una institución, después de la veintena de felinos muertos envenenados en las últimas semanas, es de estupefacción. Vecinos y comerciantes se preguntan quién puede estar detrás de lo que muchos de ellos denominan ataques. El Ayuntamiento de Valencia tiene un censo de los gatos de Ciutat Vella y controla los cuidadores de las colonias felinas, y los voluntarios colaborarán en próximas fechas con la Policía Local para intentar evitar estos envenenamientos masivos.

Mientras tanto, el barrio del Carmen asiste sorprendido a lo que ya califican como «masacre». Rara es la calle del corazón de Ciutat Vella que no tiene una referencia a los gatos, que ya son un vecino más de las intrincadas callejuelas del Carmen. En la calle Museo, frente al Centro Cultural del Carmen, hay una peculiar gatera, adornada, en la que el agujero para que entren los felinos al solar situado detrás simula la puerta de un edificio típico. Junto a la entrada hay un cartel que reza: «A la memoria dels cuatre gats que quedaren al barri del Carme l'any 1904. Mai se les va sentir un miau mes alt que altre».

Es sólo un símbolo más de lo que son los gatos en el barrio. Sin ir más lejos, en el polémico mural de la plaza Tavernes de la Valldigna, junto al nuevo retén de Policía Local y Bomberos, que ha sido criticado por ambos cuerpos de seguridad, un gato sobre el casco de un policía ha sido muy atacado por considerar que servía para «burlarse» de los agentes. Pero nada más lejos de la intención de Luis Montolío, que intentaba plasmar en la imagen el símbolo más importante del barrio.

«La verdad es que es una pena lo que está pasando con los gatos, no hacen daño a nadie», explicaban ayer trabajadores de una cafetería situada en la plaza del Carmen. Es más, algunos de ellos iban más allá y hacían hincapié en que los gatos «son útiles porque reducen la plaga de ratas». Los vecinos tampoco entendían «por qué alguien iba a querer envenenar a estos animales». «Yo tengo dos en casa y no me entra en la cabeza que alguien pueda hacerles daño», aseguraba Pilar, que vive en la calle Bolsería. «Son todo un símbolo», explicaba.

Lo cierto es que a cada paso en el barrio no es difícil encontrarse alguno de los cientos de gatos que viven en los solares. Los voluntarios de las colonias controlan las poblaciones, alimentan a los animales e intentan esterilizarlos para evitar masificación.

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