La bicicleta, uno de los medios de transporte centenario, se ha vuelto a poner de moda en los meses recientes, bien porque es una forma de hacer ejercicio físico, bien porque es un medio de transporte barato, bien porque contamina menos el ambiente urbano. Se ha establecido carriles en las calles „no en todas„ y se ha organizado un sistema municipal de alquilar las bicicletas, Valen-Bisi, con lo que cualquiera, sin poseer un aparato de pedales, puede contratarlo por horas. ¡Y sale barato! Pero en esta ciudad, con un tráfico urbano tan cargado, convendría hacer algunas observaciones a los ciclistas y a quienes están encargados de vigilar la circulación urbana. Porque no se cumplen las reglas y convendría preparar a los futuros ciclistas desde la infancia, para que estén ya preparados y enseñados. Quien esto firma tiene nietos en Alemania; y cuentan que en el colegio ya les dan clases y les examinan para poder circular en bicicleta por zonas urbanas. Aprenden las normas de tráfico, y así evitan accidentes y problemas circulatorios, amén de que han de responder en caso de propiciar daños. Aparte de que es una obligación, los ciudadanos de aquel país lo tienen asimilado, y comprenden que aquello a lo que se obligan redunda en beneficio de todos; y en el propio.

En la práctica, en aquellas ciudades y pueblos hemos comprobado el resultado de esta educación, y «todos» comprenden que así es mejor para «todos». Hemos visto muchachos que por las calles alemanas circulan con total respeto de los peatones y del resto de vehículos; no marchan por las aceras, como en algún país del sur de Europa estamos acostumbrados a ver que se tolera, aunque las leyes no lo contemplen. En Valencia hemos progresado bastante; se ha establecido una red de carriles-bici, pero no son suficientes; y lo más importante es que a los ciclistas no se les ha acostumbrado a rodar solamente por esas franjas callejeras; los peatones hemos de ir con cuidado, pues frecuentemente nos pasa rozando una bicicleta sin que su conductor diga simplemente «perdone» y deje de hacerlo. Claro, que también los restantes vehículos y los peatones infringimos a menudo esas leyes de circulación. ¡Cuántas veces cruzamos con el semáforo en color rojo, porque vemos que no viene nadie! ¡Con qué frecuencia cruzamos por un paso de cebra y nos vemos casi alcanzados por un automóvil que no lo ha respetado! Con la actual reglamentación de tráfico sería suficiente. Pero haría falta que desde críos nos enseñaran lo que hay que hacer en la vía pública para una mejor convivencia.