El colectivo «Sillas contra el hambre» reventó ayer el acto organizado por el Ayuntamiento de Valencia con motivo del Día Internacional para Combatir la Violencia contra las Mujeres, que se celebra hoy. Un grupo de alrededor de 30 personas interrumpió con sus consignas la lectura del bando que cada año firma y presenta en un acto institucional la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Los desahucios, el paro o la pobreza infantil también es violencia, aseguran, de manera que una vez terminada su protesta se desplazaron también a las oficinas del Servef de la calle Doctor Vila Barberá y protagonizaron un encierro que obligó a intervenir a la Policía Nacional.

En realidad, lo de ayer comenzó por una simple coincidencia. Según Toni Carrión, el colectivo Sillas contra el Hambre se creó cuado él mismo propuso en las redes sociales unirse contra los desahucios, el paro etc. y alguien de Alcalá de Henares le dijo que se estaban formando estas agrupaciones en León o Elche.

La crearon aquí y desde el mes de septiembre se concentran todos los lunes ante el Ayuntamiento de Valencia. Y ayer, por pura casualidad, coincidieron con la lectura del bando del Día Internacional para Combatir la Violencia contra las Mujeres, solapando sus consignas con la lectura del manifiesto para enojo de la alcaldesa, que denunció la «falta de respeto» de la «izquierda» incluso con la violencia de género.

De hecho, alguien del consistorio les pidió que pararan unos minutos, pero la gente del colectivo dijo que no colaboraban contra estas «pantomimas». «Los desahucios, el paro o la pobreza infantil también es violencia», dijo Toni Carrión. «Si se han sentido molestos, también me siento molesto yo todos los días cuando no tengo qué comer», añadió.

Y fue entonces cuando dieron un paso más para visualizar su protesta. «¿Dónde vamos a pedir trabajo? A las oficinas del Servef», pensaron. Y allí que se fueron. Eligieron una de las sedes más cercana a la plaza del Ayuntamiento „la ubicada en la calle doctor Vila Barberá„ y la ocuparon de forma pacífica. De esta forma, cuando llegó la hora de cierre, parte del grupo permaneció en su interior y negó a marcharse. Hasta que llegaron seis agentes del Cuerpo Nacional de Policía y les «invitaron» a salir. Los integrantes de la protesta votaron si se marchaban de forma pacífica o se se exponían a un desalojo forzoso con detención incluida. Ganó la primera opción y uno por uno, las quince personas fueron saliendo de la sede del Servef al grito de «¡pan, trabajo, techo y dignidad!». «Los políticos deberían salir un día sin dinero. Solo un día. A ver cómo se apañaban», concluyeron.