El Ayuntamiento de Valencia ha hecho un último ajuste al Plan General de Ordenación Urbana, que lleva diez años elaborándose, para adaptarlo a la nueva realidad social, rebajando la expansión de la ciudad, invadiendo menos huerta y organizando el casco urbano en torno a una gran malla verde en la que el peatón y la bici tendrán un papel protagonista. En la práctica, los datos no cambian demasiado respecto al último proyecto conocido, pero sí la filosofía, más cercana al estándar de las grandes ciudades europeas. La idea, además, es sacarlo de nuevo a información pública antes de fin de año y aprobarlo en el pleno del mes de marzo.

De presentar los reajustes del nuevo plan se encargó personalmente la alcaldesa Rita barberá, acompañada por el concejal Alfonso Novo y técnicos de la Concejalía de Urbanismo. Explicó la alcaldesa que el retraso de diez años en la aprobación del documento se debe a cambios legales a nivel autonómico y estatal, además del fallecimiento del jefe de planeamiento, Juan Antonio Altés. Pero sobre todo ha sido necesario adaptar el plan a los nuevos tiempos, pues el boon económico ha devenido en crisis económica y las previsiones demográficas han cambiado, explicó la alcaldesa.

Así pues, la última versión del nuevo PGOU, cuyo horizonte es el año 2030, rebaja de 900.000 a 850.000 habitantes la previsión de población para Valencia y en consecuencia reduce el número de viviendas previstas en 4.100. Para los próximos 15 años se estiman en concreto 17.000 nuevas viviendas, de las que 7.500 serán de renta libre y 9.500, más de la mitad, de protección pública.

Esta reducción tiene como principal beneficiaria a la huerta valenciana, de la que se ocuparán 400 hectáreas en vez de las 460 previstas en el borrador anterior. «Lo que es la ciudad apenas crece un 3%», dijo la alcaldesa, quien precisó que se preservan 432.000 metros cuadrados más de huerta.

Todo lo que se salva está situada concretamente en Castellar-Oliveral, Horno de Alcedo y Faitanar. En la huerta de Vera no se avanza en este sentido por las exigencias de la Universidad Politécnica, dijo. Y se mantienen intactas las zonas reservadas en el sur de la ciudad para la posible construcción de grandes infraestructuras, como hospitales, universidades o complejos deportivos de entidades privadas.

Por lo que se refiere a la «ciudad consolidada», el plan también es muy ambicioso, según sus mentores. Ejemplo de ello es, dijo la alcaldesa, la transformación del polígono industrial Vara de Quart en un parque empresarial y de servicios, la eliminación de viales como la ronda de Castellar-Oliveral o el corredor comarcal que pasa al norte del monasterio de San Miguel de los Reyes; el traslado de la Ronda Norte por detrás de la Universidad Politécnica, lo que deja la avenida de los Naranjos como un bulevar; y la eliminación del puente que conectaba la Avenida de la Plata con el puente del Ángel Custodio.

Se mantiene, sin embargo, el acceso norte del puerto o la posibilidad, que no el compromiso, de hacer los pasos inferiores de la Avenida de Cataluña o Ausias March. También el nuevo puente previsto en el PAI del Grao.

En definitiva, se trataría de un plan general «acorde con la situación actual», que «sigue criterios de austeridad, transparencia, participación y anticipación» y que «garantiza un desarrollo sostenible». «También tiene un componente social con el que se mejora la calidad de vida de los valencianos», explicó la alcaldesa.

Se hará, además, a toda prisa después de diez años en talleres. En la Comisión de Urbanismo de la próxima semana se aprobará su salida a información pública y se abrirá un periodo de alegaciones. Y se espera aprobarlo en el pleno municipal del próximo mes de marzo.

Y un dato más. El proyecto lo han elaborado los servicios municipales, con lo cual se han ahorrado tres millones de euros, resaltó Rita Barberá.