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Y sin embargo me quedo

El futuro ya está aquí

Ya acabó todo. Para los que no nos gusta es un descanso

El futuro ya está aquí

Para los que adoran las fiestas navideñas es hora de recoger los adornos, algo que siempre se va dejando para mañana y muchos se plantan en fallas sin haber acabado de quitar el árbol. Personalmente el año no podía haber empezado mejor, y eso que no fui a la rave de Benagéber. Spa, grabación de videoclip, regalitos de reyes, cervecitas con amigos, el Valencia le gana al Real Madrid... Esperemos que dure todo el año.

Lo curioso de estos días es que como vas a ver a la familia te encuentras con gente que a lo mejor no ves en el resto del año y vienen los saludos, felicitaciones y demás. Probablemente sabes quién es pero no te acuerdas del nombre. Para eso tengo un truco, todos son o guapa o campeón. No falla nunca. «¿Qué tal guapa?» o «¿cómo estás, campeón?». Después está el problema de no acordarte quién es, eso es más complicado, suelo utilizar un genérico como «¿todo bien?».

Cuando menos lo que empieza es un año interesante plagado de juicios, elecciones y avances de investigaciones en marcha. Y lo bueno que tiene una año electoral es que no te suben el precio del bus el día 1 de enero. O que después de mucho tiempo demandándolo, por fin podemos ir al Palmar en autobús, mira, igual me voy mañana. Bueno, no, que también son rebajas y hay que aprovechar. Bueno, no, que el aguinaldo también está de rebajas. Ya veré lo que hago. De lo que más se habla en las terrazas con estufa es de que empezamos el año que Doc eligió para mandar a Marty McFly al futuro: 2015. Pues si, en las terrazas a las que voy se habla de estas cosas.

Creo que si Marty realmente hubiera sabido lo que pasaba seguramente hubiera cambiado la fecha. Se comenta la diferencia entre lo que aparece en la peli y lo que vivimos hoy, la conclusión es que las realidades no son tan distinas. Aunque no son autopropulsados, los jóvenes siguen utilizando el monopatín, pero ahora lo llamen «skate». También corren, aunque lo llaman «running», comen magdalenas que se llaman «muffins» o «cupcakes», hacen manualidades que llaman «doityourself», almuerzan pero es un «lunch», llevan bolsos pequeños que ahora llaman «crochets» y también van de tapas pero a «gastrobares».

Parece que todo es igual pero que cambia el nombre. Como a lo que hacía «el Bigotes» que ahora lo llaman arte. También hay cosas que desaparecen, como el saco del pan, pero lo que nadie imaginaría es que los derechos laborales, sociales o de libertad de expresión vayan retrocediendo en lugar de avanzar. Tampoco que estemos pendientes de lo que pase en Grecia. Recuerdo aquellos tiempos en los que nuestro espejo político era Francia.

Ni mucho menos que unos terroristas iban a entrar a tiro limpio en una redacción. Contestar con balas a un dibujo es el golpe más duro que se le puede dar a la libertad. Si el sentido del humor se somete al terrorismo es el fin definitivo. Tampoco imaginábamos que la subida del dólar y la bajada del petróleo nos iba a afectar aunque no compremos directamente ni una cosa ni otra. Conclusión, no hay ficción que supere esta realidad. De todas formas no hay que preocuparse mucho por no parecernos al futuro imaginado por Zemeckis, al fin y al cabo sólo es una película. Más nos hubiera tenido que preocupar que se pusiera en marcha Skynet.

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