La imagen aérea durante la noche del 19 de marzo de Valencia suele ser bastante espectacular, cuando se puede ver toda la ciudad inundada de puntos incandescentes y enormes columnas de humo elevándose al cielo. Un humo que, sin embargo, va cargado de partículas contaminantes derivadas de la combustión del poliestireno expandido con el que los más de 760 monumentos del cap i casal están fabricados.

Precisamente esta visión, que el profesor Rubén Tortosa observa a la perfección desde la elevada altura de su vivienda, fue la que promovió una búsqueda hacia un material menos dañino para la atmósfera con el que confeccionar los ninots. Científicos de la Universitat Politécnica de València (UPV) lo han encontrado, y no estaba muy lejos: paja de arroz y serrín.

«A estos materiales se añaden unos 'polvos mágicos', un preparado químico y agua, y se crea un material viscoso que se puede moldear, pulir o pintar», explica a Levante-EMV Miguel Sánchez, profesor del departamento de Informática de Sistemas y Computadoras. Él, junto al mencionado profesor Rubén Tortosa, del departamento de Dibujo de la Facultad de Bellas Artes, y Mercedes Álvaro, del departamento de Química, han llevado a cabo una investigación conjunta para «intentar buscar una alternativa medioambientalmente más sostenible» de la fiesta josefina.

Esta pasta densa, que aún no tiene nombre, se seca con calor en vez de con frío -como hace el plástico- y puede llegar a adaptarse a moldes con un alto nivel de detalles (se podría utilizar para hacer manos, hasta ahora de escayola). Se trata de un cambio no sólo de material, sino de técnica, ya que se utiliza una tecnología similar a las impresoras 3D. «Hasta ahora, la mayoría de los artistas falleros utilizaba una técnica sustractiva, como los escultores. Esto es, eliminando lo que sobra para finalmente dejar el ninot. Este modelo que presentamos es completamente opuesto. Es aditivo, esto es, desde la nada, vamos añadiendo material», indica Sánchez.

Esto tiene evidentes ventajas. Entre ellas, la económica ya que los artistas falleros no tirarán los «restos» que les sobra del poliestireno de los ninots. «Es material que están pagando y que después tiran al ecoparc», remarca el profesor de la UPV. La nueva fórmula se basa en una materia prima muy fácil de conseguir. «Hay sitios que incluso te pagan para que te lleves el serrín», bromea Sánchez. En cuanto a la paja de arroz, no es tan sencillo. «Se prohibió su quema en l'Albufera precisamente porque contenía pesticidas que al ser incinerados provocaban un efecto nocivo. Se debería desarrollar algún sistema de lavado para después poder quemar ninots de paja de arroz con total tranquilidad», señala Sánchez.

Por otro lado, la maquinaria requerida tampoco supondría un gran esfuerzo presupuestario para los artistas falleros. «Muchos ya trabajan con robots, con fresadoras o con máquinas de hilo caliente. Tal vez se pueden adaptar y no es necesario crear impresoras 3D nuevas», expone el investigador. «En cuanto al medio ambiente, podremos estar seguro de que solo lanzamos CO2 y agua a la atmósfera, nada de vapores tóxicos», sentencia Sánchez.

De momento, en el laboratorio solo han creado pequeños ninots de prueba, pero esperan poder introducir la nueva técnica en la falla que cada año planta la Universitat Politècnica.

Expectación

Este estudio podría suponer una revolución en los talleres, muchos de ellos actualizados con las últimas tecnologías- Suelen utilizar robots que convierten los diseños y maquetas en una figura hecha a bloques que después se monta. «Yo prefiero trabajar con las manos, pero ese nuevo material podría llegar a imponerse en el mundo fallero», indica a este periódico Pere Baenas. Aún así, señala: «lo que encarece el producto es la mano de obra, no la materia».