Es la sede sepulcral del patrón de la ciudad, la iglesia que rinde honores a San Vicente Mártir. Sin embargo, este templo —conocido popularmente como La Roqueta— carecía de un retablo que presidiera el altar mayor. Ahora bien, el esfuerzo de una feligresía que ha aportado, céntimo a céntimo, el alto coste del proyecto; el tesón de los dos párrocos que han gestionado la parroquia en los últimos años (Ángel Pedro Fernández, quien inició el proyecto y Eutiquio Merino, quien lo ha culminado) y la profesionalidad del arquitecto que ha dirigido la obra, Domingo Sánchez Zuriaga, (y de los trabajadores que han participado en la misma de la mano de la empresa Antique Conservación y Restauración) han culminado con la sensación del trabajo bien hecho.

De esta forma, la parroquia de Cristo Rey rendirá honores al patrón de la ciudad, el próximo 22 de enero, con sus mejores galas y un retablo neoclásico del que había prescindido durante 78 años. Y es que con la contienda de la Guerra Civil, un incendio dejó a esta iglesia compuesta y sin retablo principal en su altar mayor. Eso sí, algunas de las piezas del mismo estaban ubicadas en distintas zonas del templo y han sido integradas en el retablo que hoy luce en la iglesia de Cristo Rey en todo su esplendor.

El proyecto arrancó como cualquier iniciativa similar: con la recaudación de fondos ya que sin dinero no había retablo posible. De esta forma y durante años, los feligreses de la parroquia han aportado el dinero necesario para que le retablo se convirtiera en realidad. Cuando el párroco Ángel Pedro Merino vio que la idea que llevaba entre manos tenía visos de ejecutarse con éxito contactó con un arquitecto de confianza: Domingo Sánchez Zuriaga.

«Soy feligrés de la parroquia desde hace muchos años. He sido responsable de catequesis y de grupos de jóvenes. Ángel Pedro Fernández conocía mi experiencia como restaurador, así que me encargó el proyecto y yo accedí encantado», explica el arquitecto. Ahora bien, reconoce, que jamás había abordado un proyecto similar. «No es usual que te encarguen el diseño de un retablo de estas características», afirma. La posibilidad de crear un retablo para el altar mayor desde cero suponía un gran reto para Domingo Sánchez. El arquitecto podría haber optado por un diseño contemporáneo, por dejar volar su imaginación. Nadie le comprometió a nada y tampoco existían documentos sobre el anterior retablo desaparecido. Sin embargo, el técnico decidió diseñar la obra en coherencia con un templo «muy clásico» que, aunque tuvo una reforma barroca en el siglo XVII, ésta es «muy sobria». «Con un templo de origen romano y una iglesia tan clásica hice un ejercicio de responsabilidad y respeté las reglas canónicas de los órdenes clásicos de la siguiente manera: Toscano (abajo), Júnico (primer piso), Corintio (tercer piso) y Compuesto para el ático. El referente más conocido de una obra similar está en el Escorial», explica el arquitecto.

Armonizar lo nuevo y lo viejo

Pero ahí no queda la cosa. El diseño implicaba realizar algunas escenas nuevas e integrar aquellas imágenes y partes del antiguo retablo desaparecido que se encontraban dispersas en diferentes partes del templo. Ahora bien, había una imagen que era clave para marcar toda la estructura: la única escena realizada en piedra que, hasta ahora, se encontraba frente a la entrada lateral del templo —tras la antigua Portada Norte tapiada— y que representa el desollamiento de San Vicente Mártir. «Los nuevos relieves de las calles laterales se basan en cuanto a proporciones, estilo, composición y acabado final al recuperado del antiguo retablo y colocado en la esquina inferior izquierda», asegura Sánchez Zuriaga. Es decir, con esta parte como base arquitectónica, el técnico fue diseñando un retablo de proporciones exquisitas que integra a la perfección elementos del siglo XVII con cinco escenas de nueva creación.

De esta forma, el retablo cuenta, en la calle central, con los elementos que ya estaban en la parroquia: la tabla gótica de la Virgen de la Cerca, sobre ella la imagen de San Vicente «el pobret» y sobre ella la figura presidente de Cristo Rey. En el cuerpo superior del retablo —denominado ático— se ve perfectamente el escudo recuperado del antiguo retablo y el Cristo crucificado de nueva ejecución. Además, se puede apreciar una ventana tras él, «que se corresponde con el gran óculo recayente por el exterior a la calle San Vicente». Ahora bien, entre las complejidades del proyecto, el arquitecto destaca la colocación de la pieza antigua, tallada en piedra, que pesa una tonelada. Ni más ni menos.

En tiempo y forma

Tras elaborar el diseño y conseguir el visto bueno de la Conselleria de Patrimonio y del Arzobispado, las obras comenzaron en mayo de 2014 y duraron seis meses. Entre los objetivos estaba finalizar el retablo a tiempo para celebrar el día del patrón por todo lo alto. La obra se instaló hace un mes en el altar mayor de la parroquia de Cristo Rey dotando al templo la majestuosidad que algunos feligreses añoraban.

El que es párroco de Cristo Rey desde hace un año y medio, Eutiquio Merino, está encantado con el proyecto aunque, con la humildad que caracteriza a los clérigos, centra todos los elogios en su predecesor, Ángel Pedro Fernández, y en el arquitecto Domingo Sánchez Zuriaga. Comienza así una nueva era para la iglesia de La Roqueta.