La mirada del domingo
Comer (de) l´Horta

Comer (de) l´Horta
Josep Vicent Boira
Definitivamente alguien ha debido cometer un error de interpretación. De lo que se trataba era de comer de la huerta, ¡no de comerse la huerta! Para esto nacieron estos espacios productivos cerca de las urbes, para alimentarlas. Durante siglos, la ciudad entendió que era necesario tener estos espacios bien cuidados, ordenados y en combinación con la vida que se desarrollaba dentro de las murallas. Es cierto que a fuerza de intimidad, la ciudad fue perdiendo el respeto a la huerta, desconociendo sus costumbres, menospreciando su importancia, temiéndola incluso. Hasta que en el tránsito a la modernidad, la frase «comer de la huerta» perdió una preposición por el camino, perdió el «de», y así quedó simplemente «comer la huerta». Aquí comenzó el equívoco.
Pero en Europa estamos asistiendo a un «revival» de la relación huerta-ciudad. Veamos un poco el contexto de lo que va a pasar por ahí fuera. Ejemplo 1: Milán, mayo 2015. La Exposición Universal de este año se celebrará en la capital italiana del norte con un lema claro: «nutrir el planeta, energía para la vida». Más de un millón de metros cuadrados dedicados a mostrar las experiencias de 140 países en materia de alimentación, territorio y ciudad. Ejemplo 2: Montpeller, julio 2015. Coloquio internacional sobre territorios mediterráneos: agricultura, alimentación y ciudades.
La alimentación va a ser uno de los «trending topics» de este inicio del siglo XXI. Por ello, lo urbano va a tener en cuenta cada vez más a lo agrícola. Recordemos que la alimentación es un acto cultural, no solo fisiológico, y de eso, de cultura alimenticia, en el Mediterráneo, sabemos mucho. La trilogía paisaje-alimentación-ciudad será uno de los focos de atención de un mundo que se interroga (véase Milán, véase Montpeller) sobre cómo comer sano, con productos de proximidad y de manera asequible. Cuando los supermercados de Valencia publicitan «comamos directamente de nuestras huertas», nuestra política urbanística no puede ser «comámonos directamente nuestras huertas». Los territorios de la alimentación serán espacios cruciales en los próximos años, entendidos como punto de conjunción de la producción y del consumo y materialización de la cultura en nuestro paisaje. Éstos serán entornos de confianza para el consumidor que busca productos de calidad. Hoy, la seguridad alimentaria pasa por la seguridad de estos territorios de la alimentación y l'Horta de València es, sin duda, uno de los mejores de Europa.
El domingo pasado, en uno de los espacios próximos a la ciudad de Valencia más entrañables, la huerta de Vera, se celebró la tradicional bendición de los animales de Sant Antoni. La población de la vieja huerta, entre Alboraia y la Malva-rosa, se reunió bajo el pórtico de la ermita de Vera para ver pasar animales y personas en un festival de tradiciones populares, con vasitos de mistela y mesureta de cacaus incluida.
A pocos metros de la concentración, una madre mostraba a sus hijos las hileras de cebollas tiernas y el agua de la cercana acequia corría inmune a las ingeniosas ruletas que, adosadas a la pared del molino de Vera, iba marcando las cifras de los premios que comerciantes, amigos y clavarios habían ofrecido para recaudar dinero con destino a la fiesta. A mí no me tocó ninguno, pero esa mañana pude sentir que era posible la convivencia entre la ciudad y la huerta.
Hagamos el esfuerzo.
Suscríbete para seguir leyendo
- Invasión de chinches en La Torre: 'Han salido de un huerto y están por todas partes
- L'Albufera no tiene horarios: 'Si abrimos las compuertas, los bañistas también pueden moverse 200 metros
- ¿Por qué hay tantas flores lilas en las calles de València?
- El último movimiento de Borja Sanjuan tensa el PSPV de València
- Arde un piso en el barrio de Campanar de València
- Lucha sin cuartel contra las plagas en València: El curioso método para acabar con los chinches
- Fallece Enrique Marzal, el indumentarista de la Casa Real, las artistas y las falleras
- Festivos locales: los días grandes de Fallas 2026 serán laborables salvo la 'cremà