En las horas previas a que Rita Barbera se reuniese con Cristobal Montoro, el pleno daba cuenta de la aprobación definitiva del texto refundido del Plan Especial de la Marina Real. Joan Ribó (Compromís) llegaba a cuestionarse la gestión económica del mismo por incluir dos ingresos al Consorcio que son del Ayuntamiento y «olvida» la deuda de 409 millones de euros. Con sus cálculos en la mano,y sin contabilizar los intereses, «tardaríamos 99,7 años en poder liquidarla», aseguraba. Reclamaba acto seguido a la acaldesa que hiciera entrar en razón a Montoro «porque Valencia no puede pagar». «Esa deuda se ha de condonar como se ha hecho con Madrid, Sevilla o Zaragoza», lanzó, para calificar a Barberá como «la más malgastadora». «Pasará a la historia como la que dejó a la ciudad cargada de deudas hasta las orejas», como los 140 millones „ a parte del Ayuntamiento en el Consorcio„ de la Marina o los 35 de la Fórmula Uno.

Cuando Joan Calabuig insistió en que ya que iba a coincidir con el ministro le pidiera «más cosas» para la ciudad, ésta le contestó que hablaba sin problemas con él y los otros ministros, por lo que éstos estaban «al cabo de la calle de todas las necesidades de Valencia». «Le saludaré de su parte, si usted quiere», le espetó con cierta sorna.

También Amadeu Sanchis, portavoz de EU, instó a Barberá a reclamarle a Montoro, «más que ideas, la condonación» y criticaba que la Marina se haya convertido «en un intento de ganar dinero para pagar esa deuda en vez de integrar a los poblados marítimos con esa zona y contar con sus habitantes». La falta de participación de los vecinos y dar prioridad el uso terciario frente al público fueron las principales críticas tanto de EU como de Compromís. El concejal de Urbanismo, Alfonso Novo, se mostró sorprendido y dijo «no entender las quejas» porque durante el periodo de exposición pública «solo hubo doce escritos de alegaciones y dos de sugerencias».