El mercado «gourmet» del Grao ha entrado en vía muerta. Ni una sola empresa ha optado a la ejecución y gestión de este proyecto, que ahora depende de que algún inversor recupere el interés y se inicie un procedimiento negociado. Los numerosos obstáculos que se le han planteado, la mayoría desde el propio ayuntamiento, pueden ser, finalmente, su carta de defunción.

El mercado del Grao, que ahora apenas tiene abiertos una decena de puestos, iba a ser algo parecido al madrileño Mercado de San Miguel, una galería gastronómica con una parte de mercado tradicional con productos de alta calidad, una zona de restauración y degustación, y una tercera parte para actividades. Era un gran proyecto para la ciudad, situado muy cerca de la Marina Real Juan Carlos I, y una salida para sus vendedores, que se volcaron unánimemente con la idea. El pliego de condiciones, además, les garantizaba tasas un 35 % más baratas que a los nuevos puestos.

Desde el principio, sin embargo, el proyecto ha sido una carrera de obstáculos. Hubo un primer concurso y una adjudicación, pero la empresa ganadora terminó renunciando al no fiarse de la Generalitat Valenciana, que debía pagar la mitad de los 5 millones de euros que costaba la obra a través de su cuestionado Plan Confianza.

A renglón seguido, la Concejalía de Mercados puso en marcha un segundo concurso con condiciones diferentes. De entrada, la licitación se dejó en manos de la empresa municipal Aumsa para de esta manera poder llegar a una concesión de 75 años. Eso era una ventaja para las empresas, pero alejaba del proyecto y la negociación a la propia concejalía, su principal valedora.

Así mismo, la Generalitat Valenciana quedaba al margen del concurso y el adjudicatario se hacía cargo de todo el proyecto, cuyo precio base de licitación eran 5,8 millones de euros, una cantidad muy elevada que sólo podía reducirse renunciando al aparcamiento subterráneo.

Para terminar, el Consorcio Valencia 2007, gestor de la Marina Real Juan Carlos I, ha previsto la creación de otro mercado gourmet en el tinglado 2 del puerto, a escasos doscientos metros del Mercado del Grao y con una ubicación mucho más relevante desde el punto de vista turístico y comercial. Y todo ello con el desconocimiento o la apatía del propio ayuntamiento, cuya alcaldesa, Rita Barberá, aseguraba, sin apenas reparar en el tema, que ambas cosas eran compatibles.

En estas condiciones se puso en marcha, pues, la licitación del mercado, cuyo plazo de presentación de plicas terminaba el 13 de enero. Agotado ese plazo, todo lo que se habían recibido eran llamadas de empresas interesándose por el proyecto, pero nada concreto, de manera que se prorrogó el concurso hasta el 16 de febrero, ayer. Y el resultado ha sido el mismo. Ha habido llamadas y negociaciones, pero finalmente no se ha presentado ninguna empresa, con lo que el concurso ha quedado desierto.

Según explicó ayer la concejala de Mercados, María Jesús Puchalt, ahora todo depende de que se presente un inversor privado y, con el pliego de condiciones sobre la mesa, se pueda abrir un procedimiento negociado. «Si ese inversor no llega, no se puede hacer nada», admitió.