La pobreza en Valencia se está «cronificando», además de detectarse un cambio de tendencia en el perfil de persona necesitada, ya que la asistencia de mujeres a los comedores sociales se ha multiplicado por dos en el último lustro. Del 24 % de hace cinco años se ha pasado al 50 %. Situación que provoca, inevitablemente, que se haya disparado el número de menores que requieren ayuda alimentaria, especialmente tras la apertura del comedor abierto en Paterna en 2013. Esas son las principales conclusiones que arroja el IX Informe sobre la Pobreza de Casa Caridad. La radiografía de persona desfavorecida ha pasado de ser la de un hombre de entre 40 y 65 años sin empleo a la de mujeres solas, o con hijos, que antes se apoyaban en redes sociales o familiares pero que han empezado a hacer uso de este tipo de ayudas. «La necesidad las ha superado y llegan acompañadas por los niños», señalaba Antonio Casanova, presidente de Casa Caridad. Algo que se agudiza en el período vacacional al no funcionar el cheque escolar.

La falta de trabajo es sinónimo de mayores dificultades para revertir situaciones de pobreza. Apuntaba también que las personas que acuden a sus comedores sociales «necesitan de esa ayuda alimentaria durante mucho más tiempo que antes». La prueba de la denominada «pobreza crónica» es que en 2010 el 59 % de los que acudía a Casa Caridad lo hacía como máximo un mes. Ahora se detecta un incremento del 50 % en el número de usuarios que llevan más de un año. Otro dato que se ha percibido es el de las personas que volvieron «a tocar a la puerta de Casa Caridad». «Tenemos un 10 % de reincorporaciones más que hace cinco años», comentaba.

Casa Caridad repartió en 2014 en sus tres comedores sociales 386.805 raciones, un 2,7 por ciento más que en 2013, a razón de 1.057 diarias. Un 36 % de las personas que acuden a lo largo del año sufren algún tipo de trastorno mental o bien por el consumo de alcohol o de estupefacientes. Lo que no ha variado es la disminución de inmigrantes atendidos „ del 58 % al 51 %„, y tampoco el aumento de los españoles. Del 42 % se ha pasado al 49 % en 2014. Luis Miralles, vicepresidente de Asuntos Sociales, incidía en que para paliar las situaciones de vulnerabilidad extrema, se han puesto en marcha talleres de salud, higiene y deporte, de orientación laboral, de vivienda, así como programas de visitas hospitalarias y domiciliarias que persiguen «una mayor autonomía personal».

Sobre la financiación de la institución, de carácter benéfico privado, Casanova recordaba que el 75 % procede de la sociedad civil y el resto de los organismos públicos, de los que recordó su obligación de colaborar, «pero sin ser sustitutivos del compromiso de los valencianos». En ese punto defendió la «transparencia» de una obra social que definió como «cercana y que se visualiza».

Respecto a los tres indigentes fallecidos recientemente en Valencia, reiteró que no se puede «obligar a una persona a venir a dormir a Casa Caridad, porque aquí hay además unas normas». La solución, vino a decir, la ha dado el Ayuntamiento de Valencia con la creación del albergue de baja exigencia „en el antiguo retén del Carme„ en el que los sin techo «llegan como sea y el que quiera se lava y el que no quiere no». Además, anunció que la Generalitat y la diputación han dado ya su conformidad, a la espera de la firma del convenio, al proyecto en Benicalap para atención sociosanitaria a personas convalecientes sin recursos, además de un comedor social, una escuela infantil, albergue para familias y talleres ocupacionales.