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El Jardín de los Gatos

El Jardín de los Gatos

La Casa de Fieras de Valencia, como se llamaban antes los zoológicos, se inauguró en el año 1965 sobre unos terrenos junto a los Jardines de Viveros, cedidos por el Ayuntamiento de Valencia, siendo alcalde Adolfo Rincón de Arellano. Abrió sus puertas con 25 animales: la leona Noya, el chimpancé Tarzán, que resultó ser un misógino y nunca tuvo descendencia, y un lote de animales comprados en un circo.

Más tarde, la llegada desde la India del elefante Trompy, supuso todo un acontecimiento que se celebró con una gran fiesta a la que acudió hasta el embajador de la India en España. Desgraciadamente, el paquidermo tuvo un trágico final: un chaval sin escrúpulos se dedicó a arrojar en la alfalfa que comía los tornillos y púas que sustraía del taller del que era aprendiz. El pobre Trompy murió como consecuencia de varias perforaciones intestinales.

También pasaron a formar parte de la colección de animales un oso malayo de procedencia desconocida, que un buen día apareció en la calle San Vicente, así como las jirafas Estalvia y Aforro, regalo de la Caja de Ahorros.

Estalvia llegó a tener 8 crías que llamaban la atención de mayores y pequeños. En cierta ocasión, una leona y una tigresa aborrecieron a sus crías y se tuvo que buscar una perra para que amamantara a los cachorros. Fue todo un espectáculo ver convivir durante años en la misma celda tigres, leones y perra . Otro buen día se escapó el chimpancé Coco, desgraciadamente fue abatido por la policía en su huida.

Y así, entre anécdotas, buenas noticias y alguna que otra desgracia, cerró sus puertas el zoo de Valencia el 1 de agosto de 2007, después de 42 años como instalación provisional. Meses más tarde abrió sus puertas el Bioparc, construido en el Parque de Cabecera.

Con el suelo que ocupó el viejo zoo se propuso ampliar el jardín y destinar mil metros cuadrados al que iba a ser considerado como espacio de referencia de la botánica y la entomología en la ciudad: un conjunto formado por diversos museos donde albergar el mariposario de Docavo, su colección de himenópteros, sus libros de zoología, entomología y ciencias naturales, así como la colección de moluscos del malecólogo Siro de Fez y las colecciones de coleópteros y de moluscos continentales y marinos de la Fundación Tomás Sala.

Se decidió destinar el antiguo terrario a sala de lectura municipal. Tras solicitar financiación a través del denominado Plan E, para la Agencia de Lectura Municipal „que así se denominó„, el Gobierno de España aportó 337.000 euros a dicho proyecto municipal.

Se diseñó sin puerta de acceso, todavía está sin inaugurar y ha sufrido numerosos robos de material y todo tipo de desperfectos. Constituye un monumento al despropósito, a la falta de sentido común y de rigor en el uso del presupuesto público.

Allí, ni se puede leer en la citada Agencia de Lectura, ni estudiar los insectos, ni contemplar mariposa ni molusco alguno, lo único que se puede ver son escombros, basuras y una prolífica colonia de gatos. No en vano hay quien opina que lo mejor sería llegar a un acuerdo con la Sociedad Protectora de Animales y dedicar el otrora espacio destinado a estudio de la biología a Jardín de los gatos. Al menos los pequeños felinos lo disfrutarían...

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