Una de las pocas villas marineras de principios de siglo pasado que quedan en pie en la calle Eugenia Viñes sufrió ayer un incendio, por causas que la policía local no pudo concretar, sin provocar víctimas ni heridos. El edificio, situado frente del hotel de cinco estrellas de las Arenas, a la altura del número 56, se encontraba en estado ruinoso y llevaba años cerrado y tapiado. El incendio se declaró alrededor de las dos de la tarde y quedó controlado una hora más tarde, según informaron ayer fuentes de Bomberos de Valencia que desplazó dos unidades a la zona.

El chalé incendiado, que no tiene ninguna protección patrimonial, es uno de los supervivientes de lo que fue el conjunto de villas marineras que, a partir de 1897, se hizo construir la pequeña burguesía valenciana en la primera línea de la playa del Cabanyal y que conformaron, junto con el balneario de las Arenas, hoy reconvertido en hotel de lujo, el paisaje marítimo de la Valencia de principios de siglo XX de la que hoy apenas queda nada.

Pese a las recomendaciones de los expertos y los propios técnicos de Aumsa, el Ayuntamiento de Valencia condenó estas construcciones al derribo. El PAI de Eugenia Viñes aprobado en 2001 por el ayuntamiento prevé el derribo de todas las villas, con la única excepción de la Casa de Demetrio Ribes, el chalé de estilo modernista que el arquitecto autor de la Estación del Norte se construyó en el número 95 de la citada calle y que destaca por su porche y el balcón corrido.

En los solares de las villas marineras el ayuntamiento proyectó la construcción de 273 viviendas, inicialmente de baja altura y de protección oficial. En 2006, al socaire de la Copa del América, el proyecto fue modificado y las viviendas protegidas fueron sustituidas por viviendas de renta libre de hasta siete alturas, contando las plantas ático.

El PAI de Eugenia Viñes, cuyo ámbito va desde Marcos Sopena hasta la avenida del Mediterráneo, forma parte de la operación de reordenación de la fachada marítima impulsada por el equipo de gobierno de Rita Barberá a través de la empresa municipal Aumsa y lleva años bloqueado. También ha quedado en el cajón el proyecto de las piscinas olímpicas de José María Tomás, proyectado al lado, en unos terrenos que durante la Copa del América funcionaron como aparcamiento y que en la actualidad son un erial.

La degradación avanza en las pocas villas marineras que aún quedan en pie, en espera de que se apruebe el proyecto de reparcelación. Los propios técnicos de Aumsa advirtieron en su día de que algunas de estas construcciones por su arquitectura ecléctica, con evocaciones de la arquitectura del malecón de la Habana, deberían ser conservadas.

Arquitectos como Goerlich, Gosalvez y Romaní, además de Demetrio Ribes, dejaron su impronta en algunas de estas villas, en cuyas fachadas podían verse antes de la intervención de las excavadoras del ayuntamiento, históricos guardapersianas, porches, balcones corridos, raras columnas de función y otros elementos singulares, como la cerrajería y pilastras de la valla exterior de la Casa de Demetrio Ribes que recuerdan a los de la Estación del Norte.