La alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, inauguró ayer el nuevo Jardín de Ruaya, pero su recorrido por las diversas estancias del parque se convirtió en un pequeño via crucis. Recibió algún que otro elogio, pero sobre todo una retahíla de reivindicaciones que afectan al barrio de Morvedre, en el distrito de La Saïdia. Una zona donde el botellón hace la vida imposible a los vecinos. «Así no podemos vivir alcaldesa. O soluciona este problema o vamos a tener que vender nuestro piso», argumentaba una de las familias afectadas. La mayoría le pidió que valle cuanto antes la nueva instalación municipal para evitar que los jóvenes lo conviertan un botellódromo. La primera edil se comprometió a ponerle un cerramiento al jardín «en cuanto tengamos dotación presupuestaria».

Nada más bajar del coche oficial e iniciar el paseo por las instalaciones del jardín, los vecinos comenzaron a acercarse a la alcaldesa para hacerle llegar sus reivindicaciones. Las hubo de todos los tipos, pero la mayoría se centraron en la necesidad de vallar el nuevo parque para evitar que los jóvenes hagan botellón. Una solución que choca con la concepción del parque, que se eleva un metro de altura para destacar en el entorno. A todos los que se acercaban, Barberá les explicaba que si no se ha vallado el parque «es porque los vecinos no lo habíais pedido». «Si ahora lo queréis, lo haremos, pero tenemos que tener dotación presupuestaria para ello», les avanzaba. El botellón afecta los viernes y sábados por la noche a toda la zona, donde los jóvenes se reúnen en el entorno de una gasolinera. «Llamamos a la Policía Local y aquí no viene nadie», se quejó una señora de avanzada edad. «Tiene que solucionar este problema», le reclamó a Barberá.

El jardín ocupa un solar que en principio iba destinado un aparcamiento que finalmente no se llegó a construir. La falta de espacio para estacionar también fue otra de las peticiones que le hicieron a la alcaldesa, que hasta se comprometió a construir unas pistas de petanca. Otro vecino denunció que la sobreelevación del jardín provocará inundaciones cuando llueva mucho, aunque los arquitectos explicaron que cada gota que caiga será absorbida por el parque para su riego, ya que no cuenta con red de alcantarillado.

El Ayuntamiento de Valencia ha invertido más de 522.000 euros en el Jardín de la calle Ruaya de casi 5.000 metros cuadrados, y cuyo diseño se ha inspirado en los restos arqueológicos de la época íbera „los más antiguos de la ciudad„ y romana que se encontraron en la zona cuando se excavó con la intención de hacer el aparcamiento.

Ubicado en la confluencia de las calles Ruaya, Bilbao, Filólogo Sanelo y Sagunt, el nuevo jardín cuenta con una amplia zona ajardinada con arbustos y flores, zonas de juegos infantiles adaptados para menores con algún tipo de discapacidad, además de unas gradas con bancos.