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Divagaciones

Nostalgia de una casa en Cavallers

Nostalgia de una casa en Cavallers

Estamos en plenas fallas. No las vivo, pero no me ausento; ellas tienen su ritmo y yo el mío. A pesar del bullicio, he necesitado volver al Carrer dels Cavallers. Me gustan los lugares históricos como este, donde la mera cotidianeidad solo los traspasa y siguen inmutables.

Entre la multitud, unos jóvenes alegres me han abierto paso, saludándome, como si yo fuera una dama de época y ellos unos caballeros ataviados con sombreros de plumas. Me ha gustado ser consciente que existe la cortesía en esta disparatada fiesta.

Porque son fallas, me acerco a casa de los Fernández de Córdova en el Carrer dels Cavallers 36, donde Sagrario que fue fallera mayor infantil, vivió tanto la fiesta que en su voz hay ecos de petardos y música: «No sé porqué me eligieron fallera mayor infantil, pero desde entonces, soñaba con crecer para ser fallera mayor y lo fui? Recuerdo cuando de madrugada venia en un carro, el Xiquet de Bétera, a cantarme Albaes y en la despertà los falleros me rodeaban de tracas, les prendían fuego, y luego tomábamos chocolate con buñuelos? Un día, unos alemanes del Deutsche Grammophon, se quedaron tan asustados que me mandaron una colección enorme de discos: como homenaje a una fallera valiente».

Los hijos y sucesores de Alfonso Fernández de Cordova se establecieron en la Villa de Utiel hacia el año 1500. Según una carta real posterior, se hospedaron en su casa: Felipe II, III, y IV.

El 8 de diciembre del años 1648, se estableció ante el escribano de Utiel, Pedro Catalán Iranzo, familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Cuenca, que en el plazo máximo de 15 días, los Fernández de Cordova para obtener el mayorazgo, tenían que prestar juramento ante el justicia de la Villa y un escribano, y como primer requisito, la defensa de la Purísima e Inmaculada Concepción patrona de la familia.

La casa la adquirió a comienzos del siglo XIX, José Planells Rodrigo. Su hija casó con José Fernández de Córdova y Lamo de Espinosa. Con los años Se convirtió en una gran familia, que la habitó hasta 1987.

En 1418 el Papa Martín V otorga a Alfons de Borja, posteriormente Calixto III, la Rectoría de San Nicolás y parece ser que durante un tiempo habitó esta casa. En el techo de lo que fue garaje, se halló un artesonado que pudo ser un escudo de los Borja: un toro y unos pinos, también se encontraron tablas que contenían una brújula o rosa de los vientos. «Nadie supo explicar lo que en realidad era, ni porqué estaban allí.

La muralla y el torreón árabe, con su escalera que llevaba a las dos cuevas lo descubrió mi padre». El enigma de sus muchos pasadizos subterráneos, atrapa la imaginación. Uno de ellos llevaba hasta el obrador de una pastelería que estaba en la Plaza de San Jaime.

La gran riada llegó? «El agua entraba por la Calle Baja y salía a Caballeros por el patio, arrastrando olivos, muebles, baúles? Pero la banda de fallera se salvó de ese desastre y me desprendí de ella con tristeza para que fuera subastada en Radio Murcia».

Se vendió la casa y fue pasando de mano en mano? Desparecieron los bellos salones y el comedor con sus pinturas al fresco de dioses del Olimpo y aves del Paraíso.

Me he acercado despacio a esa bonita casa convertida en una especie de alegre mercadillo? y los petardos no sonaban igual que los de 1957 cuando Sagrario Fernández de Córdova fue Fallera Mayor.

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