Ya hace tres meses que una de las once campanas del Micalet, la conocida como «el Jaume», se cayó y se rompió en pleno volteo manual. Desde entonces, la Catedral y la entidad que se encargan del mantenimiento y de los toques de las campanas „la asociación Campaners de la Catedral„ guardan el silencio más absoluto sobre el futuro de uno de los elementos patrimoniales de mayor valor de la ciudad.
En principio, el objetivo se centró en averiguar cómo una campana que pesa 1.750 kilos había podido desprenderse de su eje. La asociación de Campaners de la Catedral encargó un informe a un ingeniero industrial, a petición del Cabildo, para que determinara los motivos que originaron la rotura del eje y el desprendimiento de la segunda campana más pesada del Micalet. Las conclusiones fueron claras: la campana se desprendió por una rotura del eje debido a una «fatiga de material». El siguiente pasó llegó de la mano de la asociación Campaners de la Catedral que ha elaborado un proyecto de restauración que ha entregado a la Catedral. Desde el Cabildo están estudiando la propuesta, aunque no parecen tener prisa ni en restaurar la campana ni en sacarla de la torre del Micalet, donde está encerrada y apartada desde hace tres meses.
Ahora bien, de las once campanas del Micalet ahora solo se pueden tocar cinco. Y es que de las once campanas, seis de ellas tienen un eje similar, incluida «el Jaume» que se fracturó de cuajo. Se trata de las denominadas «Úrsula», «Violante», «Vicente», «Andrés» y «Bárbara», que esperan también, en la sala de campanas del Micalet, a que el Cabildo adopte una solución para ellas.
El mismo eje en seis campanas
Y es que en 1992 „con motivo del traslado de la campana «el Jaume» a Sevilla para la Expo 92„ se llevó a cabo una de las restauraciones más importantes en seis de las campanas del Micalet, que consistió en suprimir los yugos de hierro de las campanas mecanizadas por los correspondientes yugos de madera. Precisamente, la rotura del eje de madera de «el Jaume» ha hecho saltar la alerta ya que «el desgaste de material» es algo que a los restauradores les llama la atención porque solo han pasado 22 años desde la colocación de los nuevos ejes, un «tiempo ridículo en cuestiones relacionadas con el patrimonio».
