En Mauella entras como en otra dimensión, donde el tiempo parece pasar más despacio y la exuberante huerta impide el paso ligero. Hay que disfrutarla. Merece la pena el paseo relajado y descubrir esta minúscula población que limita con Massalfassar, Albalat dels Sorells, Albuixec y Meliana. Apenas 60 habitantes gozan del privilegio de pertenecer a esta pequeña partida, rodeada de campos de naranjos y cultivos de regadío, donde por la noche la brisa del mar funciona como perfecto renovador de su atmósfera.
Mauella, y también las contadas alquerías de Tauladella, han conseguido salvarse (de momento) de los planes urbanísticos, de las burbujas inmobiliarias y de los males que azotaron a la ciudad de Valencia, de la cual dependen, aunque solo administrativamente. Porque la sensación es que, estos dos pequeños núcleos, donde ninguna casa sobresale más que otra, y donde viven por y para las tierras de cultivo, es completamente autosuficiente. Pocas señales indican que allí estamos en Valencia, de no ser por una de esas modestas fuentes que el ayuntamiento instaló en las pedanías.
Lo mejor para Mauella y Tauladella es que Valencia se fije poco en este bello paraje. De hecho, alguien dibujó una incomprensible reserva de terrenos en el Plan General de Ordenación Urbana para uso terciario. ¿A quién se le ocurre? Otro ejemplo del olvido es el estado que se encuentra la Alqueria de Burgos o Bisarra, una de las más antigua de l'Horta y de un valor equiparable a la Alqueria del Pi. Con elementos del siglo XVI y XVII, tuvo carácter señorial por su disposición. Al parecer contó incluso con una torre „hoy casi imperceptible„, y resiste también un reloj de sol. Su último uso fue como taller, y su estado actual es de completa ruina. Si el ayuntamiento no lo remedia, pronto acabará en el suelo.
