Algo más de 75.000 euros y quince días de trabajo costará proteger con una valla metálica el recién inaugurado jardín de la calle Ruaya, uno de los puntos en los que, pese a ser nuevo, ya se ha empezado a imponer el «botellón». Las obras de instalación comenzaron ayer y la previsión es que los trabajos acaben a mediados del mes de mayo.

El nuevo parque de la calle Ruaya ha pasado por todo tipo de vicisitudes. Primero iba ser un gran aparcamiento público con una plaza en superficie, pero el proyecto decayó como consecuencia de la crisis y el socavón que ya se había excavado fue tapado de tierra. Eso fue hace dos años y desde entonces había permanecido así pese a las reivindicaciones de los vecinos, que reclamaban su plaza.

Finalmente, hace dos meses terminaron las obras y el parque emergió, pero un lugar tan atractivo a escasos metros de una zona de «botellón» estaba condenado a contagiarse. Y eso ha ocurrido. Así pues, el ayuntamiento ha decidido, después de ver los resultados de la valla de la Plaza del Cedro, hacer lo mismo en este punto. Ayer comenzaron las obras para instalar un cerramiento de 1,65 metros de altura alrededor de toda la parcela, que suma 4.700 metros cuadrados, algo así como medio campo de fútbol.

La idea es que el recinto, donde predominan los juegos infantiles, permanezca cerrado desde las diez de la noche hasta las siete y media de la mañana, justo las horas a las que suelen concentrarse los jóvenes para beber.