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Y sin embargo me quedo

¿Qué tiene que ver Maduro?

¿Qué tiene que ver Maduro?

El gobierno municipal acepta por fin retirarle la medalla de oro de la ciudad a Franco. Ya era hora, parecía que se hacían los remolones en el cumplimiento de una ley que protege y restablece la dignidad a personas que sufrieron la guerra civil y la dictadura. Pero resulta que, para votar la retirada, la alcaldesa incluye en el mismo enunciado condenar el gobierno de Maduro. Que estarás pensando ¿qué tiene que ver? Pues eso mismo es lo que le gritó la regidora de Compromís, Pilar Soriano, a la alcaldesa en el pleno municipal. ¿Qué tienen que ver? Pregunta sin respuesta, si quieres lo votas y si no, te vas.

Lo mismo nos preguntamos cuando el Ayuntamiento niega las becas de comedor a los niños cuyos padres tengan deudas con el Ayuntamiento. ¿Qué tiene que ver? Si los padres piden una ayuda para que sus hijos coman en el colegio será probablemente porque no tienen dinero y si no lo tienen es lógico que estén retrasados en sus pagos municipales. Así que de todas las solicitudes recibidas estás negando las becas a los que más las necesitan.

Y encima se las estás negando a los niños por una razón que a ellos ni les va ni les viene. Eso, señora Barberá, sí que es una cutrería. Pero creo que en esta época preelectoral no va a ser la última vez que tengamos que acudir al grito de Soriano.

De hecho ya estamos asistiendo a cómo lo políticos se atacan y se contestan con frases dispares que parece que no se escuchen los unos a los otros.

En Valencia para atacarse o defenderse lo tienen fácil, basta sacar el fantasma del catalanismo. Dices que si un partido es nacionalista seguro que si ganan sustituirán la sardana por la dançà.

O que si otro es nacido en Cataluña nos pondrán un alcalde catalán. Así de fácil.

No se que harán en otras comunidades sin un arma tan potente. Lo realmente triste es que aún funciona.

Pero esta semana estoy triste por otra cosa. Con la desgracia de Lampedusa han aflorado unos peligros sentimientos xenófobos.

Escucho en los bares y leo en las redes argumentos en los que primero se compadecen de los que han perdido la vida e inmediatamente después argumentan que nos se puede dejar que salgan así como así de su país, que no pueden intentar entrar en los países «del norte» por la puerta de atrás, que deberían venir con papeles, que aquí lo sentimos mucho pero no caben, que no tenemos por qué procurarles atención médica o legal porque la pagamos nosotros y cosas por el estilo.

Qué mediocre tiene que ser una persona que cree que su mayor logro, por el que se cree superior y con más derechos que otra, es haber nacido unos kilómetros más al norte.

Me planteo qué he hecho yo para tener una asistencia médica o unos derechos que se le niegan a otro ser humano. No se si no saben o no se quieren enterar que esas personas salen de su país huyendo de una muerte segura, o de una existencia marcada por el miedo, el peligro y la miseria, algo que les hace arriesgarse a meterse en una balsa, lanzarse al agua y exponerse, no sólo a los peligros de mar, si no también a lo que les pueda pasar al llegar a la costa.

Y la única diferencia es que nacieron un poco más abajo. Por esa única razón hay que dejarlos morir en el mar o devolverlos sin una palabra a su infierno en vida.

No lo entiendo, sinceramente, no lo entiendo.

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