El Mercat de l´Escuraeta lucha por sobrevivir. Asediado por el paso del tiempo, que avanza inexorable contra la tradición de comprar cazuelas de barro y loza a la sombra de la Seu, los vendedores se revuelven año tras año y consiguen que el tradicional mercado se mantenga como una parada obligatoria para cientos de valencianos que acuden entre el día de la Mare de Déu y el del Corpus a la plaza de la Reina, a los pies de la Catedral, para comprar cazuelas de barro o piezas de porcelana.
Pero de un tiempo a esta parte, los vendedores del Mercat de l´Escuraeta buscan reinventarse y ofrecer productos que se alejen de la tradición, que palidece con el paso del tiempo, y se acerquen a los más demandados por un mercado al que se busca introducir en l´Escuraeta: los turistas, sobre todo los cruceristas, que paran en la plaza de la Reina y que son un público potencial por el que los vendedores del mercado tradicional quieren luchar. Por eso, no es extraño encontrar este año entre las cazuelas de barro o las piezas de loza determinados objetos centrados en el turista, tales como tazas con escudos de equipos de fútbol o con la bandera de España, así como la tricolor republicana. «Tenemos que adaptarnos si queremos sobrevivir», explicaba ayer uno de los vendedores. Con todo, la sensación de la mayoría de ellos es que son los valencianos, sobre todo de la ciudad y su área metropolitana, los que más se acercan a l´Escuraeta para hacerse con recipientes en los que preparar, sobre todo, arroz al horno o paella.
«Dignificar» el mercado
Parte de la «culpa» de esta endogamia comercial en que vive inmersa l´Escuraeta puede encontrarse, al menos en la opinión del exvicepresidente de la Junta Central Fallera Jorge Guarro, que ha iniciado una petición en la plataforma digital Change.org para «dignificar» el mercado. «Si en Navidad se puede poner un mercadillo digno y decente delante de una de las plazas más fotografiadas de la ciudad, ¿por qué con l'Escuraeta no se puede hacer?», se pregunta Guarro, que pide eliminar las «chabolas» similares, dice, a las de «un campo de refugiados» . Al cierre de esta edición, la petición se encontraba por debajo de las 200 firmas.
