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Colegio Santiago Apóstol

La escuela que cumple sus sueños

El colegio Santiago Apóstol del Cabanyal ha mejorado la convivencia y los resultados académicos tras cuatro cursos como comunidad de aprendizaje

La escuela que cumple sus sueños Colegio santiago Apóstol

El colegio diocesano parroquial Santiago Apóstol del Cabanyal es un Centro de Acción Educativa Singular (CAES), ya que gran parte de su alumnado está en situación de desventaja social y pertenece, en su mayoría, a una cultura minoritaria como es la del pueblo gitano. La figura del CAES asegura a esta escuela concertada recursos para compensar las desigualdade como un punto más para la beca de comedor, libros de texto gratuitos y más profesores de apoyo.

La directora del colegio, Mª Carmen Gans, y el jefe de Estudios, Jordi Bosch, explican las razones que les llevaron a constituirse en comunidad de aprendizaje. «Las necesidades sociales las estábamos compensando como CAES, pero queríamos darle un empujón a lo académico desde un enfoque distinto», apunta Bosch. «Buscábamos nuevas fórmulas para tratar que los niños llegarán a 6º y al instituto sin problemas», añade Gans.

Las comunidades de aprendizaje son un innovador proyecto basado en una serie de actuaciones educativas de éxito dirigidas a la transformación social y educativa. Este modelo apuesta por implicar a todas las personas que influyen en el aprendizaje y el desarrollo de los escolares: el profesorado, las familias, asociaciones vecinales, voluntarios...

Respaldadas por el VI Programa Marco de Investigación de la UE Includ-Ed, como una actuación de éxito para el fomento de la cohesión social a través de la educación, parten de los sueños de toda la comunidad educativa para, a través del diálogo y la ciencia, alcanzar el doble objetivo de superar el fracaso escolar y mejorar la convivencia.

Todas las opiniones cuentan

El diálogo entre iguales, donde todas las opiniones cuentan, supone una cesión de poder por parte del profesorado. Algo en lo que tanto Gans como Bosch no ven inconvenientes. «Los miedos se te van cuando ves a todos los sectores de la comunidad implicados en una misma línea, la de mediante el diálogo lograr la mejor educación para los niños. Por tanto, cuánta más gente opine mejor», resalta la directora. Bosch incide en que la experiencia «es muy positiva, porque te da más puntos de vista y, por tanto, más soluciones, con lo que puedes hacer más cosas». «El resultado „prosigue„ es la gran cantidad de voluntarios que tenemos y la gente que viene aquí».

El abrir la escuela al barrio y la ciudad les ha reportado unas 140 personas voluntarias, que no sólo son padres y familiares de los alumnos que se involucran en las actividades educativas de éxito, sino también jóvenes profesionales de la educación y la integración social que tras hacer sus prácticas en el colegio se enganchan al proyecto. Además, otros 35 estudiantes de la Universitat de València, la Universidad Católica de Valencia y Florida Universitària están haciendo sus prácticas de Magisterio, Educación Social, Pedagogía o Terapia Ocupacional en esta escuela del arzobispado.

La suma de voluntades que han logrado con la comunidad de aprendizaje ha permitido, subraya Bosch, «ampliar el tiempo y los espacios de aprendizaje» hasta en dos horas y media al día. Por la mañana el colegio abre a las 8 una escuela matinera gratuita en la que se duchan y desayunan los alumnos que precisan de este apoyo. Mientras que, cuando acaban las clases a las 16.30 horas, de lunes a jueves la escuela abre durante hora y media, con ayuda de voluntarios, universitarios en prácticas y siempre con la presencia de un maestro del colegio, un centro de tarde en el que los niños hacen deberes, leen y aprenden informática.

Aprendizaje dialógico

Parte del éxito descansa sobre los grupos interactivos de aprendizaje dialógico. Es decir, basados en el diálogo igualitario y donde lo importante es la construcción de argumentos razonados. Un adulto dinamiza el grupo «para que se genere el diálogo entre los niños y éstos saquen la actividad adelante», relata Bosch.

El balance de cuatro cursos de comunidad de aprendizaje es ilusionante. «Hace cuatro años nos parecía imposible que los niños se llevaran libros a casa y ahora prestamos una media de 25 a la semana. Estamos consiguiendo también que los padres lean en casa y que vengan al colegio a participar en las tertulias literarias dialógicas con los niños», destaca la directora.

Los dos grandes objetivos, la mejora de la convivencia y de los resultados académicos, brillan en una escuela donde la norma elegida por todos es «Me gusta que me trates bien ¡Gracias!» Los 25 exalumnos del Santiago Apóstol que estudian en los institutos del Marítimo también son un sueño cumplido, pues antes lo habitual era el abandono escolar temprano sin acabar la ESO.

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