El número de enjambres en el entorno urbano de Valencia ha aumentado en los últimos años a consecuencia, entre otros factores, de la sequía que afecta a las áreas agrícolas y forestales próximas.

Los bomberos de la Ciudad de Valencia, que cuentan con una unidad experta en este tipo de intervenciones, están retirando unos 300 enjambres al año, especialmente en primavera, aunque «son muchos más los que pasan inadvertidos o no molestan y no requieren de la intervención de los especialistas», según explicó Carlos Muñoz, responsable de Apicultura en la Unió de Llauradors y Ramaders, que ayer firmó un convenio con el Ayuntamiento de Valencia para la gestión de estos enjambres.

Carlos Muñoz asegura que los cuatro años consecutivos de sequía están pasando factura a las abejas en ambientes naturales. «Nosotros tenemos capacidad de manejar las colmenas dedicadas a la producción y eso hace que la sequía no se note, pero sí en los enjambres silvestres, que se están trasladando a la ciudad», añadió.

La explicación es relativamente sencilla: frente a un ambiente hostil en el que es difícil la supervivencia, la abeja busca las condiciones más favorables para reproducirse y las encuentra en la ciudad.

Hay jardines con plantas que florecen todo el año, macetas, parques. «Si hay alimento para ellas, su tendencia natural es reproducirse», asegura Muñoz.

Las abejas, que ya estaban en las ciudades desde siempre, encuentran ahora un mayor atractivo. Además, añade el experto, las abejas urbanas han ganado en notoriedad. «Nos pasamos el día hablando de que las abejas están desapareciendo y mientras el ciudadano percibe que cada vez hay más en su ciudad. Existe aparentemente una contradicción que ayuda a pensar a muchos vecinos que las ciudad está poco menos que invadida por las abejas», relató Carlos Muñoz.

Mientras tanto, los ciudadanos de Valencia no ha sucumbido todavía a la seducción de la apicultura urbana que se ha puesto de moda en ciudades como París, Londres, Berlín, Tokio, Nueva York, Portland, San Francisco, Seattle o Washington. Cientos de ciudadanos aprenden los conceptos básicos de la apicultura y cuidan sus colmenas donde recolectan la miel que luego consumen. En Valencia y el resto de ciudades españolas estaría prohibido, aunque ya existe un tímido movimiento en Barcelona que podría extenderse en breve por otros municipios.