Los vecinos del barrio de Aiora se han quedado a medias. Su petición de urbanizar la plaza Organista Cabo, junto al Jardín de Aiora, se vio respondida hace dos semanas „la electoral, recuerdan desde la asociación de vecinos„ pero con un parque que, para ellos, se queda corto. El consistorio ha instalado aparatos para gimnasia para personas mayores y aunque los vecinos se felicitan por haber conseguido un nuevo parque en la zona, lamentan que el jardín no incluya dotación para los niños. De hecho, apuntan, son muchos los pequeños que utilizan las máquinas especiales diseñadas para personas mayores.

La plaza Organista Cabo se encuentra junto al Jardín de Ayora. Consitutía una de las peticiones más antiguas de los vecinos de la zona, pues en ese punto se alzaban dos construcciones de hormigón, que en un tiempo fueron rampas para monopatines. Sin embargo, cayeron en desuso y se degradaron, afeando el entorno al llenarse de pintadas. También sufrieron desperfectos por el paso del tiempo. Nadie las usaba, así que los vecinos pidieron el ayuntamiento que las quitara e instalara en ese punto un parque.

El consistorio accedió a su petición, hace varios años como apuntan desde la entidad, pero no había hecho ningún movimiento hasta la semana electoral. Entonces, «deprisa y corriendo», dicen, retiraron las rampas y pusieron una capa de tierra para allanar el terreno. Después, el consistorio instaló varios aparatos de gimnasia para personas mayores, muy utilizados en muchos parques de la ciudad. Los vecinos del barrio no piden que los retiren, sino que añadan, además, columpios para los más pequeños, debido a la escasez de parques infantiles en la zona.

A la falta de uso que prevén se le dará al nuevo parque debido a un equipamiento «deficiente» se suman las molestias provocadas por los perros que pasean por la zona y hacen sus necesidades en el parque, sin que luego sus dueños recojan los excrementos. Cabe recordar que junto al Jardín de Ayora el ayuntamiento preparó una zona destinada a los canes, acotada por una valla metálica y muy utilizada por los vecinos del barrio. En 2012, denunciaron que la cubierta vegetal instalada en ese «pipican» por el consistorio era tóxica para los perros. Ocho cayeron enfermos en pocos días.