«Cuando nos preguntan dónde está Dios, respondemos que está representado en las formas». Así lo explica Jorge Molinero, párroco de San Josemaría Escrivá, y el encargado de atender a la capilla del Hospital Arnau de Vilanova, la cual fue víctima el miércoles del robo de su sagrario. En él, había una caja fuerte con el cáliz y el copón, y dentro de éste, una docena de hostias consagradas.

De hecho, el sacerdote ha alertado a la Policía Nacional de que esas hostias podrían ser utilizadas en misas negras, ya que es una pieza fundamental y muy cotizada por los celebrantes de ritos satánicos. El párroco ha mostrado su temor a que el ladrón hubiese actuado únicamente por esa razón, dada la accesibilidad de la capilla y el poco tránsito de fieles, lo que hace más fácil el robo.

Además, la tesis de que el ladrón buscaba más las formas consagradas que el resto de enseres religiosos lo refrenda el escaso valor económico del copón y el cáliz sustraídos, cuyo bajo peso ni siquiera los convierten en golosos para los mercaderes de metales.

Molinero, que ya ha denunciado ante la Policía Nacional los hechos, admitió a Levante-EMV que el valor económico de esos objetos es «muy pequeñito». E insiste en que el dolor sentimental es «muy intenso, pues han robado el cuerpo del Señor».

Revisión de las cámaras

El sacerdote explicó ayer a este diario que la policía ya está revisando las grabaciones de la cámara que recoge las entradas y salidas de la capilla -en el interior está prohibido captar imágenes por respeto a los feligreses-. De hecho, las investigaciones están bastante avanzadas y se centran en una persona que entró y salió varias veces. El robo se produjo entre las dos de la tarde del miércoles y las cinco de la tarde del miércoles. según los testigos.

La caja fuerte que lo protegía fue arrancada de su sitio y el autor del «sacrilegio» se la llevó íntegra, con todo su contenido, lo que facilitará identificar al ladrón, que necesariamente tuvo que hacer uso de algún tipo de movhila o bolsa. «Quien lo ha robado no sabe que en sí mismo no tiene valor. Ves que es dorado y te crees que es de oro, pero no es así», explica Carmen Arnau, voluntaria que atiende a los pacientes del hospital .

Por su parte, Ignacio González, feligrés de la parroquia de San Josemaría Escrivá, describe el robo como «un acto vandálico» que le llena «de desolación al pensar que el Señor ha caído en malas manos y por no saber dónde puede estar ni cómo ha podido acabar».

El arzobispo Antonio Cañizares, ha convocado para el lunes a las 20.00 horas una misa en la Catedral como desagravio por el robo en la que esperan que toda Valencia «se una a esta desolación y recen por el Señor».