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Unidos por la Virgen

La musa de Benicalap

La valenciana Francisca Biot se esconde tras la más famosa canción de Concha Piquer, «La Maredeueta»

Iglesia de Benicalap en la actualidad, antes estaba rodeada de campos levante-emv

«La Maredeueta», la más famosa canción valenciana de Concha Piquer, tiene detrás una historia real. En la huerta de Benicalap nació, sobre el año 1874, la bella Francisca Biot. Hija de labradores acomodados, a los quince años ya tenía muchos admiradores. Pero Paquita no quería casarse. Como su padre la llevaba a muchas funciones de teatro a la capital, y no faltaba en ninguna fiesta popular de la barriada, la niña quería ser artista. Un gran desafío para su época.

Casi todas las partidas huertanas de Valencia tenían su propia imagen de la Virgen de los Desamparados. Benicalap no quería ser menos y encargó a Juan Bautista Tormo, imaginero de Burjassot, la confección de una virgen propia. Como en la comisión para recaudar fondos estaba el padre de Paquita, éste exigió que el escultor retratara a su hija en la figura. Cuando Tormo conoció a Paquita se enamoró perdidamente, y ella también. Iniciaron un tórrido romance a escondidas, encontrándose en el camino de Burjassot, pues ella se había matriculado en una academia de canto del centro de la urbe.

Aquella Virgen, que desapareció durante la guerra civil, era soberbia. El amor del escultor se plasmó en la obra, y todos quedaron admirados. Pero de tanto ir y venir a Valencia Paquita pensó que aquel artesano de pueblo era muy poco para sus aspiraciones. Fue seducida por el actor José Bolumar y se enroló en su compañía teatral, haciendo una gira por el norte de España. Ya entonces la prensa la calificó de «inimitable».

Paquita cantaba y actuaba. Se especializó en «cuplets» políticos y papeles cómicos. Guardó todas sus críticas periodísticas en un cuaderno. En Cáceres afirmaban que cantaba «muy afinadamente y sus recitados son maravillosos». En la obra «Miss Helyett» triunfa interpretando a «doña Circuncisión» y en Zamora le dedican este ripio: «Dicen que es valenciana, pero merece la Biot ser zamorana».

Paquita se consolida como «característica» o «actriz de carácter», aquella que sin ser protagonista logra darle a su personaje un carácter especial y que destaque entre los otros. Se fija en ella José Azcue, llevándosela al Teatro Albisu de la La Habana, donde trabaja fija hasta que en 1918 un incendio lo asola. El 3 de abril de 1905 Francisca Biot entró en Estados Unidos, como consta en el registro de emigrantes de «Ellis Island», arrasando en los teatros de Nueva York.

Pero tras la ruina de su promotor, y ante la avanzada edad que tenía, decidió volver a Valencia. Ya no podía cantar, pero en su corazón guardaba una esperanza: recuperar a Juan Bautista Tormo.

Paquita regresó a Burjassot y se casó con su verdadero gran amor. El hombre, pese a los más de treinta años de separación, no la había olvidado. Ambos fueron felices el resto de su vida. Tormo tenía entonces una zapatería en la calle de la Paz llamada «Lo Inconcebible».

En 1940, dura posguerra, el matrimonio acogió en su casa a un sobrino del marido que se acababa de casar y estaba sin vivienda. Era Antonio Miralles Arnau, que con el tiempo, y tras estudiar Derecho, obtendría una plaza de funcionario en el Ayuntamiento de Valencia.

Los Miralles se trasladaron desde Burjassot a un piso en la calle María Cristina, encima de la ejemplar sastrería «Paños Mallent». Aquí vivían en los años 60 cuando se enteraron de que su entrañable «tía Paca» había enviudado y pasaba graves problemas económicos. La acogieron en su casa hasta que murió, junto al Mercado Central, a punto de cumplir los cien años.

Concha Piquer conocía oralmente la historia del escultor traicionado por su modelo, y se la comentó al maestro Penella, escribiendo la letra José Santonja. Cambiaron el nombre de Paquita por Visanteta, aunque el sacrílego ataque a la imagen nunca existió. La única venganza del escultor fue que no quiso visitar jamás la imagen por él tallada. Pero al final el destino le devolvió a su musa original.

Paquita Biot no tiene calle en Valencia ni en Burjassot, ni tampoco en la Habana, donde tantos años triunfó. Por lo menos tiene ahora este modesto artículo. En el año 1907 el crítico cubano Amadís escribió: «Francisca Biot es la tiple característica más joven, más guapa y más inteligente que ha surcado los mares procelosos desde que Cristóbal Colón y Luigi Vampa Escribá descubrieron la América».

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