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El palacio de Raga

El palacio de Raga

Hay hermosos edificios en la ciudad que fueron legados para contribuir a mejorar las condiciones de vida de las personas más necesitadas. Solía darse con relativa frecuencia cuando sus propietarios fallecían sin tener descendencia. Como el palacio de Raga, propiedad de Francisco Martínez de la Raga y Faus. Su familia, procedente de Alpuente, obtuvo por herencia de los Faus, el señorío de Rótova y Zenija. También fue heredero universal de su tío Aurelio Bou de Peñarroja. Fue el XVI barón de Callosa hasta 1761 (Jaume Roig cuando abandona Valencia huyendo de la peste, se refugia en Callosa d'En Sarrià o d'En Bou), caballero de la Real Maestranza de Valencia y cofrade de la Celda de San Vicente Ferrer. Tuvo su residencia en una casona de la calle Baja del Alfondech, hoy llamada calle Baja, En el huerto de la casa plantó un ficus regalo de su amigo Antonio José Cavanilles. Cuentan que éste hermoso árbol en realidad fue un obsequio a una dama por quien bebía los vientos el clérigo Cavanilles. Francisco Martínez de la Raga murió sin sucesión.

Cavanilles nació en 1745 bajo el reinado de Felipe V, primer monarca de la casa de Borbón. Fue clérigo de corona, luego de misa, de capellán de provincias pasó a elegante deán. Llevó una vida algo libertina, razón por la que no fue considerado santo varón. Su trayectoria biográfica está llena de luces y sombras, aunque nadie duda que fue el más famoso botánico de la Ilustración y que estudió en profundidad la historia de la botánica valenciana y española.

Más tarde el palacio de Raga pasó a ser propiedad de los marqueses de González de Quirós. Contaba aquella casona con un hermoso jardín que daba a un callejón que en el siglo XVIII se llamó del Hort de la Raga. Luis Vallier reedificó la casa y colocó su escudo nobiliario en las dos puertas adinteladas de que dispone el palacio. Más tarde fue un colegio de las Teresianas. Desde 1998 es una residencia para personas mayores dependiente de la Generalitat Valenciana. Hace unas semanas, la hasta hace muy poco Conselleria de Bienestar Social ha tenido que encargar a un equipo técnico especializado en estos menesteres la poda de este hermoso árbol monumental con más de 150 años. Cuentan que el ficus del Palacio de Raga es hermano de un par de famosos ficus plantados en 1850 en el patio del palacio que hoy es sede de las Cortes Valencianas. Por desgracia, en 1998 uno de ellos se desplomó, desde entonces una escultura del Equipo Arrels le rinde homenaje.

El Palacio de Raga ha tenido mejor suerte que otros edificios pertenecientes a fundaciones tuteladas por la Generalitat Valenciana que han pasado a manos privadas. Como el caso de un edificio de la calle de Pizarro que formaba parte del patrimonio de la Fundación Santa Elena, legado de la marquesa viuda de la islas Batanes, quien dejó sus propiedades para la formación de niñas de «familia bien» venidas a menos, y que hoy es un lujoso edificio propiedad de un conocido empresario valenciano. Con el paso del tiempo han desaparecido los fondos que deberían destinarse a la formación de mujeres, como la marquesa había dejado ordenado en su testamento. ¡Ay si la señora marquesa levantara la cabeza!

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