Todo son obstáculos en el camino que conduce al cementerio de Benifaraig. Los vecinos, hartos de reclamaciones, aprovechan el cambio de gobierno municipal para reiterar otra vez un paso de peatones que les permita cruzar la carretera sin peligro de atropello. El emplazamiento del camposanto, al final de la calle Ferrer i Bigné, está justo en la salida de la curva por la que se accede a la pedanía desde las poblaciones limítrofes. «Los días de entierro los agentes de policía han de detener el tráfico», señala José del Toro, presidente del Pozo de Sant Isidre Labrador. La incongruencia es mayor cuando sobre el terreno se comprueba que hay una única acera por la que llegar al lugar, situada en la parte opuesta, por lo que necesariamente se ha de atravesar una calzada que soporta un elevado tránsito de vehículos. «Debería estar en el otro margen», comenta del Toro, quien además apostilla que es de difícil acceso para personas con discapacidad, como es el caso de su hijo, en silla de ruedas tras un accidente de tráfico hace doce años.

La ausencia de pasos de peatones no se circunscribe sólo a la altura del cementerio municipal. Idéntica situación ocurre en la otra punta de Benifaraig, donde para cruzar la carretera tampoco existe ninguna señalización que priorice a los viandantes. «La gente mayor que no anda tan ligera por fuerza ha de dar una vuelta enorme para salvar un camino con muchos coches también», explica. Puestos a exigir mejoras en la pedanía, recuerdan que la calle Cura Aguilar sólo dispone de unas farolas en un extremo, mientras el otro está condenado a la oscuridad. «Nos hemos cansado de pedir que lo arreglen y no hay manera», comenta del Toro, quien aprovecha para recordar que las calles requieren de un asfaltado uniforme. «Todo son parches», ironiza.

Del Toro reconoce que, tras la publicación hace una semana en Levante-EMV de un reportaje sobre Benifaraig, representantes del nuevo equipo de gobierno municipal, conformado por Compromís, PSPV y Valencia en Comú, se acercaron hasta este enclave de los Poblats del Nord para comprobar el estado del viejo casino donado hace años al Ayuntamiento de Valencia para su rehabilitación con fines sociales, pero en estado casi ruinoso. «A ver si nos hacen más caso a partir de ahora, y solucionan también el tema de las barreras arquitectónicas», incide Del Toro.