«La alcaldesa de Valencia nos ha puesto en el mapa como la capital de la contaminación lumínica y del derroche energético». Son palabras del ahora primer edil, Joan Ribó, a tenor de la auditoría de alumbrado público que el gobierno de Rita Barberá anunció en marzo de este año, cuatro después de que Ribó lo propusiera en 2011. Ahora, el Ayuntamiento de Valencia ha decidido comenzar su ofensiva contra la contaminación lumínica en la ciudad y para ello va a pedir un crédito de 4 millones de euros al Instituto para la Diversificación y Ahorro Energético (IDAE), tal como se aprobó ayer en la Junta de Gobierno Local. Si el consistorio recibe toda la cantidad, podrá cambiar más de 6.500 farolas esféricas, sustituir más de 15.800 bombillas de 250 vatios por otras de 90 y eliminar más de 1.400 farolas de tipo autovía que aún quedan en la ciudad.

Así lo explicó ayer el concejal de Gobierno Interior, área de la que depende el alumbrado público, Sergi Campillo, al término de la junta de gobierno. El edil explicó que se trata de un préstamo sin intereses y con doce meses de carencia. «Valencia se ha caracterizado siempre por tener un exceso de iluminación y para el nuevo equipo de gobierno reducir el gasto y la contaminación lumínica es una prioridad», comentó.

Evidentemente, el alcalde del proyecto de remozado del alumbrado público dependerá de la cantidad que otorgue el IDAE, dependiente del Ministerio de Industria, Energía y Comercio. En total hay 36 millones de euros para la iluminación municipal. Esa línea de crédito es la que quiere emplear el ayuntamiento para cambiar el alumbrado.

Desaparecerá la luz amarilla

Estas modificaciones también cambiarán la cara de la ciudad. No sólo por la eliminación de las farolas esféricas —una de las líneas de trabajo más insistente del grupo municipal Compromís desde 2011— que aún quedan en distintos puntos de la ciudad y que dispersan la iluminación en lugar de focalizarla hacia la calle, sino también porque al buscar la eficiencia energética con bombillas de menos potencia de tipo de LED desaparecerá la luz amarilla típica de las noches de la ciudad. «Será una luz polocromática que conseguirá colores más reales», explicó Campillo.

«Queremos hacer de Valencia una ciudad eficiente desde el punto de vista de la iluminación y por eso nos hemos acogido a esta línea de ayudas que concede el citado instituto que depende del ministerio», indicó Campillo. «En definitiva, se pretende eliminar focos de contaminación lumínica, mejorar la percepción visual de la ciudadanía, y adaptar poco a poco la realidad de la ciudad al reglamento de iluminación exterior del Ministerio de Industria del año 2008 que Valencia no cumple», planteó el edil Campillo.

El concejal indicó que las actuaciones que se quieren llevar a cabo con ese crédito «se concretarán cuando se sepa la cuantía de la ayuda concedida» finalmente. Así, dijo que «una vez realizadas estas acciones, el ayuntamiento continuará adoptando medidas para incidir en el ahorro energético y que Valencia cuente con una iluminación eficiente y de calidad, con menor coste». Cabe recordar que tal como indicó ayer Campillo, en 2014 la ciudad de Valencia gastó en iluminación exterior más de 9,1 millones de euros.

Ribó siempre insistió en la necesidad de reducir la contaminación lumínica de la ciudad. Ponía como ejemplo, como hizo en 2012, las imágenes de los satélites, que mostraban un marcado punto de luz en la península en Valencia. Ahora, desde el consistorio, el alcalde ha comenzado su particular ofensiva contra la contaminación lumínica, motivada, según él, por el aumento del gasto del gobierno de Barberá en este apartado.