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La trastienda

La paella universal

Whastapp nos ha revolucionado. A todos. Hasta el punto de obligar a las compañías telefónicas a ofrecer los ya fosilizados SMS (quién lo diría, en apenas dos años) de forma gratuita cuando ofertan una tarifa que incluye datos. Incluso los más mayores, aquellos que parecían reñidos con las tecnologías, se han adaptado a este fenómeno de comunicación a través de mensajería instantánea que, no está de más decirlo, al margen de todos sus puntos positivos, puede acabar por poner en riesgo, si no lo controlamos, la comunicación directa: la de la palabra de toda la vida.

También corre peligro la gramática en sí misma, empeñados como estamos en reducir al máximo las frases que utilizadas, antes en los ya citados SMS (el problema empezó con el fin de abaratar el coste del envío), ahora en aplicaciones como el propio Whatsapp o Twitter, en los que todavía se debe ejercitar más la mente para decir mucho en poco espacio. Debiera conseguirse el objetivo sin hacer trampa, con palabras completas, pero muchos deciden acotarlas hasta puntos realmente surrealistas. En la red social de los ciento veinte caracteres parece que todo vale con tal de ser cool e ingenioso, incluso a costa de la ortografía y la gramática.

Mientras, en Valencia seguimos pendientes de si la famosa paella será final y oficialmente emoticono en Whastapp. Para quien no lo sepa todavía, desde hace muchos meses se está intentando incorporar el icono de este típico plato nuestro para que conviva con el resto de gestos, caras y dibujos varios con los que complementamos (a veces ni eso) las palabras que enviamos a nuestros destinatarios. Y no es que la campaña haya sido discreta. Tras muchas dificultades, es firme candidata al éxito.

Se presentó la propuesta en el Congreso de los Diputados hace unos meses (concretamente en marzo) argumentando el objetivo de crecer con la «marca Valencia» y la «marca España». La segunda mejor obviarla, que bastante ridículo hemos hecho ya en el extranjero con el tema. Sobre la primera, bueno, en casa nos empezamos a acostumbrar.

Varios han sido los políticos valencianos que han respaldado la iniciativa, de dispares ideologías. Al menos ya podemos celebrar que por fin se han puesto de acuerdo en algo, casi por unanimidad.

Si finalmente se lleva a cabo, el icono será incluido junto a un kebab o un gorila, entre otras originales y tradicionales novedades que ya han sorteado innumerables cortes, filtros y pruebas que la empresa con sede en Silicon Valley impone a sus más que preparados pretendientes. El cómico valenciano Eugeni Alemany que se ha echado a la espalda gran parte de esta iniciativa y le ha puesto rostro, viajó hasta allí para explicar de primera mano los motivos por los que debiera estar entre el resto de iconos de la marca.

Se trata, por lo visto, de posicionar a Valencia en el mapa. A los que tanto anheláis el símbolo gastronómico, ya sabéis: actualizad continuamente los sistemas operativos de vuestros móviles y controlad los nervios, que el día menos pensado el corazón os dará un vuelco al ver reflejado tan autóctono y conocido plato en vuestras nítidas pantallas. Ese día todo cambiará, y Valencia, por fin, será incontestablemente universal.

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