Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Carriles a ninguna parte

Carriles a ninguna parte

Como acertadamente denunciaba Esquerra Unida esta semana, si bien es cierto que València tiene una extensa red de carriles, también lo es que en muchos puntos no se realiza el mantenimiento necesario y que incluso algunos de ellos no conducen literalmente a a ninguna parte.

Efectivamente, desde hace años València ha venido reivindicándose, y con razón, como la ciudad más apropiada del Estado para la utilización de la bicicleta como medio de transporte alternativo al siempre contaminante y peligroso coche. El anterior equipo de Gobierno local llegó a declarar que en pocos años nos convertiríamos en la Amsterdam mediterránea de la bicicleta, afirmación que como todas las de esta índole pecan como mínimo de atrevidas.

Y digo esto porque cualquiera que sea usuario de la bicicleta en València, verá que es cuanto menos peligroso desplazarse por la ciudad utilizando este medio de transporte, sobretodo si se decide utilizar la calzada, entregada sin miramientos a coches y motocicletas. Estas últimas pueden ocupar también el carril bus-taxi, cosa inédita, en ciudades europeas como Londres o Copenhague.

Con unas calzadas donde jugarse la vida desgraciadamente ha sido en ocasiones literal, la gran parte de l@s ciclistas utilizan el carril-bici de la ciudad. Un carril que en muchas ocasiones no está a la altura de lo que se debiera, ya que demasiado a menudo los tramos no están conectados entre ellos o aparecen sencillamente cortados, lo cual hace que el/la ciclista se vea obligad@ a seguir por la acera ante el miedo que provocan, como decíamos, unas calzadas desbocadas por el tráfico.

A esto hay que añadir problemas de mantenimiento de todo tipo como la ausencia absoluta de educación vial en la ciudadanía, o una política de intervención real de la policía local en el tema, más allá de la política absurda que supuso multar a l@s ciclistas que fueran por la calzada. Un caso que ejemplifica todo esto es el del carril-bici del centro, que es una auténtica vergüenza. Invade la zona peatonal sin ningún tipo de indicación y carece de pavimento que lo distinga de la zona peatonal, desde la calle Hospital hasta la Plaza del Ayuntamiento. Este espacio es ocupado sin miramientos por mesas y sillas de terrazas de establecimientos que impiden la circulación de las bicicletas. Por no hablar de los coches aparcados que bloquean la práctica totalidad del carril en las calles más estrechas e incluso lo utilizan como forma de paso de una calle a otra, ante la inacción policial por cierto.

Habrá que cambiar radicalmente la política de movilidad que llevó adelante el PP, esto es, la de desplazar a las bicicletas a una competición por el espacio de las aceras con los peatones, provocando enfrentamientos, a veces con mucha tensión, entre quienes con su forma de movilidad ayudan a una ciudad sostenible y habitable, ante la mirada burlona o indiferente del usuario del coche privado. Un enfrentamiento que recuerda al tantas veces visto en otros temas, donde el poderoso consigue confrontar a sus víctimas entre ellas para impedir que se revuelvan contra él. Bueno eso es otra historia, o no.

Compartir el artículo

stats