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El vandalismo se ceba con el Micalet

207 escalones de pintadas y desperfectos

Casi toda la superficie del interior de la escalera está cubierta de grafitis o de marcas punzantes

207 escalones de pintadas y desperfectos

Uno de los enclaves más fotografiados y reconocibles de Valencia tiene una cara oculta. La torre que cuatro arquitectos (Andreu Juliá, Joan Franch, Pere Balaguer y Martí Llobet) levantaron en un cuarto de siglo junto a la Seu entre 1396 y 1419 está a punto de cumplir 700 años y nunca tuvo tan mal aspecto. El Micalet es uno de los monumentos más visitados de Valencia „en verano hasta 30.000 personas cada mes pueden subir sus 207 exigentes escalones„ y también uno de los que más sufren los actos vandálicos, tal como ha podido comprobar este diario. Pintadas en las paredes centenarias, marcas de mechero en el techo, tallas con cuchilla en la piedra medieval o barandillas arrancadas de los gruesos muros son solo algunos de los desperfectos que afean el interior de la torre del Micalet.

El ascenso al campanario de la Catedral, que asume el nombre de la campana situada en la parte más alta de la atalaya, cuesta dos euros, uno para menores de 14 años. Decenas de miles de personas emprenden cada año la subida hacia uno de los puntos que mejor visión ofrece de Ciutat Vella y desde el cual, en días claros, se puede incluso ver la Ciutat de les Arts o las grúas del puerto. Sin embargo, el ascenso por la estrecha escalera de caracol que data del siglo XV y que ha vivido desde revueltas republicanas hasta cientos de episodios festivos se ve afeado por el aspecto de las paredes. Los muros se encuentran suavizados por siglos de manos apoyadas en ellos, pero en muchos puntos a lo largo de la subida, de más de cincuenta metros, las paredes muestran pintadas o tallas realizadas con cuchillos o tijeras. Cabe recordar que el Micalet, como parte de la Catedral de Valencia, es Monumento Histórico Artístico desde 1931 y Bien de Interés Cultural.

Si el ascenso al Micalet es complicado por el tamaño de los escalones y la inclinación de la propia subida „no es extraño ver a turistas o vecinos haciendo descansos junto a las ventanas„, el estado de las barandillas y las mallas que protegen las troneras lo dificultan aún más. Junto al mismo campanario, la barandilla está arrancada de la pared y se ha llevado con ella un trozo de muro y argamasa. Además, en varios puntos las ventanas tienen la valla metálica desprendida.

Ni siquiera la parte superior de la torre se libra de estos actos vandálicos. En el techo de la escalera hay marcas de quemaduras producidas con mecheros que conforman palabras o mensajes. Estas muestras de vandalismo se encuentran en la parte superior, junto a la puerta de la terraza y en un punto de difícil acceso. Además, en el mirador exterior los turistas y valencianos que completan la subida de los 207 escalones observan la ciudad o se fotografían desde almenas conformadas por sillares llenos de pintadas, con apodos o nombres, y de cortes realizados con objetos punzantes, aún más difíciles de eliminar que las pintadas.

El mantenimiento del Micalet y sus campanas, así como de la Catedral, corresponde al Arzobispado de Valencia.

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