Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Y sin embargo me quedo

Champions y tomate

Champions y tomate

Parece que desde que estamos en Champions está todo el mundo más tranquilo, y es que este Valencia no hace más que hacer sufrir al personal. Incluso con ventaja y Javi Fuego hasta el pitido final nadie lo celebró. El partido de vuelta me pilló en un bar del Carmen. Bueno, no me pilló, lo cierto es que fui a buscarlo. Para llegar a él desde la Plaza del Ayuntamiento tuve que explicar tres veces la posición exacta en un mapa de despistados turistas con camisetas de la tomatina, también indicar dos veces qué autobús llevaba a la Ciudad de las Artes y las Ciencias.

Ellos decían «toumatxina» o algo así, pero se referían sin duda a la fiesta del tomate. Sin embargo me inquietó la situación porque había más extranjeros en el Carmen que tomates se lanzan en Buñol, seguro. Algunos preguntaban a los transeúntes dónde tomar paella, eran las ocho de la tarde. Es difícil explicar que a esas horas no se toma paella pero ellos insistían preguntando dónde estaba la mejor. La respuesta de los viandantes era siempre la misma: «La de mi madre», afirmación que no logró dejarlos satisfechos. En cualquier caso y para el disgusto siempre les quedaban las generosas jarras de sangría.

Una noche de bares llenos de valencianistas y tomatineros que salvaría el verano a más de uno.

Resulta curioso que uno de los días con más afluencia de turismo en la ciudad sea por la celebración de una fiesta en otra población. Pero está bien organizado: pasan aquí la noche y tempranito en autobús a liarse a tomatazos con destrozo del coche de Google incluido. Recuerdo cuando iba de adolescente, es decir, no hace mucho, y es una fiesta bastante bien situada en mi ranking particular, sobre todo por el mojete. Se trata de un plato contundente que en versión bacalao, hígado o embutido se prepara a leña por la noche y, mojando mojando, caen un par de barras de pan. Espectacular. Voy a parar de hablar de comida que entre los helados y el arroz el verano está dejando su huella.

Leo en prensa que el gobierno vuelve a meter a los inmigrantes en la atención sanitaria después de haberlos sacado. Bien. Pero, en estas cosas parece que siempre tiene que haber un pero, tienen que apuntarse en un registro. Suena a medida disuasoria. Según las autoridades pretenden frenar el turismo sanitario. Sin embargo, se perjudica, como siempre, al que más lo necesita. La persona que viene a hacer turismo sanitario, es decir, a operarse aquí porque les sale gratis, es fácilmente diferenciable del inmigrante sin situación regular que necesita asistencia médica. Si para evitar a los primeros se actúa en contra de los segundos, mal vamos.

Además, ¿qué clase de solución es esa que perjudica a un tercero? Si hay un problema, se arregla, pero no a costa de los más débiles. Nunca he entendido esas decisiones. Mi madre utilizaba la expresión «desvestir a un santo para vestir a otro». Y normalmente el primero es el que no se puede pagar otra ropa. Parece un castigo a quién no se lo merece.

En cambio, a Enrique Iglesias nadie le dice nada y lo suyo con La chica de ayer sí que es grave; vamos, siguiendo con expresiones maternas, es de juzgado de guardia. ¿No hay ninguna ley que frene este tipo de cosas? ¡Que llevas cantándola desde principios de este siglo y no entonas ni la parte instrumental!

Compartir el artículo

stats