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Un sueño imposible

El arte de Crimea

Alek Popov no puede viajar a España porque Europa le ha negado el visado en varias ocasiones, pese a la intercesión de su propio gobierno

El arte de Crimea

La sonrisa de Aleksandr Popov-Mikhaylov es tan luminosa como su pintura. Nacido en Saki el 6 de noviembre de 1984, se ha convertido en el pintor defensor de la vida. Su madre murió por cáncer en julio de 2012 y desde entonces ha dedicado todas sus exposiciones a las personas afectadas en todo el mundo.

Popov-Mikhaylov, con trazo suave, irradia realismo fantástico en sus lienzos, así como en sus frescos de los templos de Saki y Rostov-Da-Donu. Estudió en la prestigiosa escuela artística Samoksin de Simferopol y después impartió clases de pintura en Limossul, isla de Chipre. Surcó los mares en distintos cruceros como personal auxiliar. Todo por el ansia de viajar y conocer distintas civilizaciones, aunque la suya nativa es la que aflora en sus cuadros y que no nos es tan lejana, pues las primeras ciudades crimeanas fueron de origen griego y romano.

Saki es una estratégica ciudad de la península de Crimea, el talón de Aquiles entre Rusia y Ucrania. Crimea, en sus buenos tiempos, fue la sede del «kanato» musulmán que acosó a la Europa cristiana desde Oriente. El mercado de esclavos crimeano era famoso hasta en el Reino de Valencia. Después los zares derrotaron a los turcos y convirtieron estas tierras en su zona de descanso preferida, la Costa Azul del mar Caspio, gracias a su privilegiado microclima.

En la ciudad de Simferopol, capital actualmente de Crimea, existe un gran edificio llamado «Valencia». No es por casualidad. Sus propietarios aseguran que en este lugar, un hotel en la calle Odesa, se escribió la canción «Valencia», e incluso aventuran que pudo haberse titulado «Crimea».

José Padilla, un músico verdaderamente internacional, primero emigró a Argentina, tierra de promisión. Luego recaló en París, capital mundial de la cultura. Pero tuvo una gran relación con Rusia y sus vacaciones las pasaba en Crimea.

Los propietarios del hotel «Valencia» explican que el maestro Padilla se enamoró de una bellísima dama rusa y la cortejaba en Crimea todos los veranos. En su honor compuso la canción «Valencia» que, inicialmente, tenía otra letra y otro título: «Te quiero». La incluyó en una zarzuela que hizo escribir al libretista José Andrés de la Prada y cuyo título también era significativo: «La bien amada».

En esta zarzuela se narran los amores difíciles de Nela y Pascual en la playa valenciana, a orillas del Mediterráneo, evocación del mar Caspio y de Crimea. Fue estrenada en Barcelona el 15 de octubre de 1924 por la cantante de Vilamarxant Cora Raga.

Pero ni con música consiguió Padilla convencer a la rusa esquiva. Encima la zarzuela fue un fracaso y no pasó de las 40 representaciones. Entonces el compositor despechado decidió borrar de su historial esta obra modificándola. Independizó el pasodoble «Te quiero» y lo rebautizó como «Valencia» para dárselo a la cantante Mercedes Serós, que le había pedido una composición para estrenarla en París.

Allí la canción deslumbró al empresario del Moulin Rouge, quien se la ofreció a la famosa Mistinguette, la diva más poderosa del momento. En su voz se convirtió en éxito mundial. Otras grandes artistas también lo cantaron, y se tradujo a diferentes idiomas. «Valencia» se convirtió así en nuestro himno musical más internacional, en detrimento del «Te quiero» fracasado del maestro Padilla.

En 1995 el Palau de la Música repuso «La bien amada» y en internet se puede oír el original "Te quiero, porque tienes en los ojos la mirada traicionera".

Aleksandr Popov-Mikhaylov, al otro lado del Mediterráneo, comparte con nosotros aquella bella historia, así como sus anhelos por exponer algún día en Valencia. Pero las cosas están difíciles. La generosa Europa es ahora una dama recatada y huraña. A pesar de que hasta el Ministerio de Cultura de su país ha intercedido, las autoridades migratorias no le dan permiso para pasar a la actual Unión Europea. Quizás por ello su última exposición de Alek Popov se titula «Far away, so close». (A lo lejos, tan cerca).

Estas actitudes mezquinas de la Europa burocrática no sólo están privando a aquellas personas de su presencia en nuestra sociedad, sino que nos están robando a nosotros el disfrutar de su mundo y su creatividad. Ojalá día algún desaparezcan las fronteras y podamos disfrutar libremente del color de Crimea.

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