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Ayudas

Diez familias duermen en la calle al amenazar ruina su edificio

El ayuntamiento comenzará los trámites para gestionar alquileres sociales o ayudas económicas

Diez familias duermen en la calle al amenazar ruina su edificio

Entre 50 y 60 personas han pasado la noche en la calle Almirante Cruilles, en el barrio de Aiora, después de que Patrimonio declarara el número 7 de la calle, donde vivían, en peligro de ruina y los Bomberos acudieran en la noche del viernes al sábado al edificio para comprobar el estado del inmueble. Miembros de una contrata municipal apuntalaron los diez pisos del edificio con varios pilares provisionales. Los bomberos, además, cortaron el agua del edificio tras una fuga en la planta baja. Todo ello provocó que las diez familias que viven en el edificio, de las cuales sólo una es propietaria del piso en el que habita, hayan tenido que pasar la noche al raso, en su mayoría con niños menores de edad o enfermos.

Los servicios sociales del Ayuntamiento de Valencia acudieron ayer, en varias ocasiones, a la calle Almirante Cruilles. Tanto la concejala de Policía y Bomberos, Sandra Gómez, como la de Bienestar Social, Consol Castillo, tuvieron conocimiento a lo largo del día de las actuaciones municipales en la zona. A las familias se les ofreció plaza en la Casa de la Caridad, y a las parejas de adultos sin niños, en el albergue de la Pau. Sin embargo, todos ellos declinaron el ofrecimiento y prefirieron pasar la noche al raso.

Todo comenzó el viernes por la mañana, cuando se detectó una fuga de agua en la planta baja. Avisados los servicios de emergencia, se personaron en el inmueble policía y bomberos, así como técnicos municipales del Ciclo Integral del Agua. Fue entonces cuando los bomberos constataron, aunque ya estaban avisados por el servicio de Patrimonio, el mal estado del inmueble. A lo largo de la tarde y de la noche se realizaron varias actuaciones de emergencia en el edificio tendentes a mejorar su estabilidad. Las obras, según los vecinos, terminaron a las 4.30 horas de ayer. Cuando volvieron a los pisos, vieron que había tantos puntales en las estancias «que apenas se podía vivir dentro», explicaron. Además, los bomberos cortaron el agua.

Con niños enfermos

Los servicios sociales actuaron rápidamente. Aunque se valoró la posibilidad de pagar a las familias una plaza en un hostal u hotel, finalmente se descartó porque tanto la Casa de la Caridad, en el paseo de la Pechina, como el albergue de la Pau disponían de plazas para los desalojados forzosamente. Sin embargo, declinaron esa posibilidad. «¿Cómo me voy a meter yo ahí con dos niños pequeños?», se preguntaba Aurora, que además tiene un hijo enfermo. Pese a que las asistentes sociales insistieron en que la Casa de la Caridad tiene plazas para niños pequeños y que son exigentes con la gente a la que acogen „«si tienen un poco de aliento con olor a alcohol no entran», dijeron„, el ofrecimiento no convenció a las familias. Las mismas asistentes insistieron en que el lunes tenían que acudir a primera hora al centro de atención social Trafalgar, el de referencia para ellos y donde los servicios municipales ya les conocen.

«Queremos una solución»

Pero los desalojados insistían ayer, una y otra vez, que ellos no querían un hotel, un hostal o un albergue. «Nosotros queremos una solución», repetían, «somos personas y tenemos derechos», al tiempo que recordaban que los niños han de volver la semana que viene al colegio. Muchos de ellos han pasado la noche en casas de familiares o de vecinos.

La concejala Castillo explicó ayer, a preguntas de este diario, que la hoja de ruta a seguir en los próximos días pasaba por un acogimiento temporal este fin de semana en las plazas municipales, sobre todo de cara a atender a los menores, y por comenzar las gestiones para conseguir ayudas sociales o alquileres económicos para las familias que, en su amplia mayoría, habían entrado a vivir en este inmueble de la calle Almirante Cruilles en pisos propiedad de entidades bancarias. Muchas de estas familias, además, provienen de los derribos en la cercana calle Guillem d'Anglesola. Sin embargo, Castillo insistió en que los trámites municipales siguen unos cauces y cuestan «un tiempo de gestionar».

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