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Familias desalojadas

Decenas de vecinos pasan otra noche en la calle a la espera de alquileres sociales

Las diez familias desalojadas del número 7 de la calle Almirante Cruilles rechazan ir a la Casa de la Caridad y duermen al aire libre sobre colchones

Decenas de vecinos pasan otra noche en la calle a la espera de alquileres sociales

Con los niños en casas de vecinos o familiares, los 60 vecinos del número 7 de la calle Almirante Cruilles del barrio de Aiora pasaron ayer su segunda noche al raso. Tras rechazar los ofrecimientos de los servicios sociales municipales de acudir a un albergue como la misma Casa de la Caridad, y con los niños durmiendo bajo techo en casa de familiares, decenas de personas han dormido en la calle o en el portal del edificio, en colchones extraídos de las viviendas, a la espera de que hoy se concreten las medidas de ayuda económicas o alquileres sociales anunciadas ayer por la concejala Consol Castillo en este diario.

De las diez puertas, entre cuatro y cinco de ellas están ocupadas por familias que sí son propietarios de los pisos. El resto son «okupas» que han entrado en pisos propiedades de entidades bancarias y vacíos. Tras una avería en la planta baja, llamaron a los bomberos y a la policía local y fueron desalojados durante todo el viernes del edificio mientras se apuntalaba la construcción. A lo largo de todo el fin de semana, cuando se supo que las familias rechazaban acudir a la Casa de la Caridad, que cuenta con plazas para acogerlos, los servicios municipales han acudido en varias ocasiones a la calle Almirante Cruilles pero no han podido convencerles.

Así las cosas, hoy se cumplirá la tercera noche al aire libre para una decena de familias, con niños enfermos o personas mayores a su cargo, que se enfrentan a una semana en la que los más pequeños vuelven al colegio sin un techo sobre sus cabezas. La concejala Castillo aseguró que hoy comenzarían los trámites para intentar otorgarles algún tipo de ayuda económica o alquiler social, algo a lo que estos vecinos están más que dispuestos. «100, 200... algo así sí que podemos pagar», aseguraban el sábado. Varios de los vecinos viven de recoger chatarra en las calles y no cuentan con ingresos económicos constantes que les permitan hacer frente a un alquiler normal.

Muchos de los vecinos de este edificio provienen, asimismo, de los inmuebles desalojados para ampliar Guillem d'Anglesola.

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