Si de parques infantiles hablamos, el Parque Gulliver es todo un referente de la ciudad de Valencia. Tanto su diseño como su entorno invitan al disfrute de pequeños y mayores, aunque después de 25 años de existencia y la amplia oferta de ocio que acumula la ciudad, ya no tiene el tirón de sus primeros años. Casi puede decirse que está pidiendo a voces que lo disfruten.

El Gulliver, como lo conoce todo el mundo en la ciudad, fue encargado por el Ayuntamiento de Valencia en el año 1990 al arquitecto Rafael Rivera y al artista fallero Manolo Martín. El eje del parque es la enorme figura de 70 metros de envergadura que representa al protagonista del cuento de Jonathan Swift, un gigante hecho con la escala justa para que los niños que jueguen en él se asemejen a los famosos liliputienses.

Toda la figura, elaborada con materiales blandos, está salpicada de escaleras, toboganes y pasarelas. Y alrededor hay una gran plaza de arena de 61.000 metros cuadrados para tener una mejor perspectiva de la figura.

Su emplazamiento, además, ha mejorado mucho en los últimos años, pues está enclavado en el tramo XII del Jardín del Turia, muy cerca del Palau de la Música (al oeste) y de la Ciudad de las Artes y Las Ciencias (al este). Es más, puede considerarse parque integral del gran pulmón de la ciudad en que se ha convertido el antiguo cauce, con pistas deportivas y servicios de restauración justo a la entrada.

Por cierto, el acceso al parque, que está acotado por una valla metálica, es completamente gratuita. Existen unos tornos a la entrada que en un principio se utilizaban para controlar el aforo pero que ahora se usan menos.

Y es que después del «boom» de los primeros años noventa, su protagonismo en el ocio infantil ha caído notablemente. Para quienes quieran visitarlo, el horario de invierno es de 10 de la mañana a 8 de la tarde.