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¿Podemos o no podemos?

¿Podemos o no podemos?

Si alguno confiaba en un cambio drástico en la forma de gobernar tras las elecciones de mayo, seguramente no esperaba lo que ahora tenemos: un inmovilismo aderezado con alguna que otra «patochada» de esas que duran unos días en los medios y que luego se quedan jorobando a los ciudadanos.

Una puede entender un tiempo dedicado al conocimiento, a la toma de contacto? Pero esto ya se pasa de castaño oscuro. Y es que, como ya comentó la «moderna» alcaldesa de Barcelona «no es lo mismo predicar que dar trigo». Hay temas que dependen de presupuestos, de plazos, de burocracia? Pero otros asuntos sólo requieren ganas y muchas horas de trabajo, cosa que estos que acaban de llegar no tienen muy claro y si no que se lo digan a la alcaldesa de Madrid que a los dos meses de entrar ya se cogió sus vacaciones.

Pues no, pese a lo que muchos piensan, ejercer un cargo político, como Dios manda, requiere muchas, pero que muchas horas de las de trabajo y de las que, en teoría, no lo son. Aquí son muy escasos los fines de semana dedicados al «tumbing»; raras las navidades familiares y ni qué decir de las vacaciones de tumbona. Y es sencillo, cuando uno se une a una lista se pone al servicio de los ciudadanos y es esa una gran exigencia, pues los ciudadanos somos muchos y muy variados. Individualmente o a través de asociaciones, todos queremos ser escuchados y que nuestros gobernantes nos tengan en cuenta. Por eso, aunque a veces es imposible, siempre he procurado organizar mi agenda intentando llegar a todo: trabajo de despacho; reuniones; visitas? Y cómo no, a actos organizados por grupos de personas que forman parte del tejido social y que suelen aportar mucho al día a día de nuestras comunidades.

Toda esta introducción la hago porque hay actuaciones de los actuales gobernantes que me indignan especialmente y eso es cuando ignoran a colectivos. Suelen hacerlo con colectivos poco mediáticos y, en esta ocasión, con uno de los sectores de la población que yo más admiro y respeto: las personas mayores.

El jueves pasado, 1 de octubre, Día Internacional de las Personas de Edad, abrí la prensa esperando ver más de un acto conmemorativo de esta fecha organizado por alguna de las numerosas agrupaciones que trabajan por este colectivo. Y, por supuesto, contaba con ver en la foto a alguno de nuestros representantes celebrando este día con ellos. Puedo asegurarles que lo último que me esperaba encontrar era el manifiesto desprecio e ignorancia con la que los nuevos gobernantes habían tratado a los socios voluntarios de la Unión Democrática de Pensionistas. Alrededor de 600 personas mayores voluntarias que trabajan acompañando a otros mayores para combatir su soledad fueron ninguneados por sus nuevos representantes políticos y no atendieron a su invitación.

Y yo me pregunto, ¿dónde estaba nuestra flamante vicepresidenta y consellera responsable de mayores que tanto iba a trabajar por los colectivos más desfavorecidos? ¿Tan ocupada estaba su directora general? ¿Tan poco tienen que agradecer a estos hombres y mujeres que están dando su tiempo a los ancianos que viven solos? Pero claro, en las siguientes páginas de la prensa tuve la contestación, su mayor preocupación ahora no es otra que: ¿Podemos o no Podemos? Ustedes me entienden?

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