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Divagaciones

La transformación de un palacio

La transformación de un palacio

El acaecer de los tiempos va trasformando la historia. En 1946, en el palacio de Malferit se planteó una reforma integral. En la zona de huerto se obtuvo permiso para destruir los gallineros? pero se conservó la llamada «casita» en la que se guardaban los coches de caballos y vivían los cocheros en el primer piso. En el sótano donde estaban las caballerizas, se encuentra la tienda Gatopardo, dedicada a todo lo que atañe la decoración; su planteamiento, remite a la famosa novela de Lampedusa.

Los moradores del antiguo palacio eran nobles cultos que amaban el arte. Me queda la duda de si sus espíritus impulsaron en 1980 a Álvaro Noguera Giménez, a iniciar el asombroso e interesante proyecto del museo de los soldaditos de plomo. En un principio, casi empezó como un divertimento: los antiguos juguetes conservados desde su niñez; los juegos de guerra en chalets de amigos y su ferviente condición de coleccionista fue creciendo y tomando forma de una pasión.

Cuando se emprende una colección de este estilo, se convierte en obsesión: los viajes familiares con la sorpresa del «encuentro»; la avidez y anhelo de adquirir nuevas piezas promueven visitas a subastas, mercadillos, tiendas, ferias? Se establece un culto, casi fetichista, por los objetos artísticos que impulsa al coleccionista a buscar e indagar.

El estudio histórico de la batalla de Austerlitz fue diseñado y realizado por Álvaro y su mujer, Agnès Borel, utilizando documentación aportada por clubs especializados. Se compró parte de la colección Forbes en subastas de Christie's en Nueva York y Londres. El actual director, Alejandro Noguera Borel ha adquirido, también, interesantes piezas.

Siempre supe de la afición de Álvaro que compartía con su mujer Agnès. Hace años quedé asombrada ante la exposición de la famosa procesión del Corpus de 1355, que a raíz del libro del profesor, Sanchis Guarner, editado por Vicent García se presentó en el Ayuntamiento de Valencia, presidido, en aquel entonces, por el Alcalde Pérez Casado.

Resultó curioso e ilustrativo leer el libro y contemplar la notable tradición en miniatura. Álvaro encargó al maestro soldador valenciano Vicente Juliá que, a través de su marca Cháuve, realizara una procesión de 1.216 figuras.Al disponer de grandes salones la reconversión del Museo se realizó con facilidad: 16 salas y más de 95.000 piezas que posibilitan una profunda investigación histórica en miniatura de la humanidad. En su género, es uno de los museos importantes del mundo. Sus fondos contienen más de un millón de figuras, desde los dinosaurios hasta la actualidad. La pasión de este coleccionista se hizo realidad al inaugurarse en 2007: «L'Iber, Museo de los soldaditos de plomo». En aquella primera época toda la colección cabía en una mesa de ping-pong? Pero la mesa fue agrandándose hasta convertirse en algo más que un museo; algo vivo que abre puertas al análisis de los tiempos. L'Iber es un centro cultural perteneciente a la Fundación Libertas 7, entidad sin ánimo de lucro que revierte sus beneficios en fomentar actividades culturales relacionadas con la historia y el arte. Toda una serie de interesantes iniciativas que alberga el antiguo palacio de Malferit. Un sueño tejido por Álvaro Noguera, que desgraciadamente, no pudo llegar a ver.

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