La trayectoria de Carles Dolç es, como la lucha, «sorda i constant». Desde los últimos años de la dictadura defendiendo causas justas que hoy todos los ciudadanos disfrutan y apenas algunos reconocen, como la de, «El llit del Túria es nostre i el volem verd», protagonizada entre otros por el propio Carles, o Just Ramírez, ya fallecido, mediante la exposición llevada a cabo en el Ateneo Mercantil de Valencia, en 1974, exponiendo su reivindicación para que el cauce del río Turia no se convirtiera en un sinfín de autopistas, como algunos defendían, sino que se devolviera a quienes pertenecía como vino a consolidar el alcalde democrático, Ricard Pérez Casado, en 1986. Análogas circunstancias concurrieron años más adelante con, «El Saler per al poble», impidiendo el desarrollo urbanístico que se pretendía.

Un año más tarde de aquel 74, el 24 de junio de 1975, Carles Dolç, fue detenido en la Casa de Ejercicios de la Inmaculada de Alaquàs, por la sola circunstancia de estar reunido junto al resto de sus 9 compañeros, los conocidos como «10 d´Alaquàs», para redactar las bases del Estatut d´Autonomia de los partidos agrupados en la Taula Democràtica del País Valencià. Instaurada la democracia participaría en las elecciones de 1977, dentro del Bloc Autonòmic i Valencià d´Esquerres, que agrupaba al PSPV, MCPV, y Partit Carlí del PV, manteniendo la cuestión valenciana como prioritaria dentro de su política. Dolç, ha reivindicado y colaborado activamente en la recuperación del Cabanyal, pero ha sido en el barrio del Botànic, donde, entre otras iniciativas, con la exposición «Botànic-Jesuïtes. Un paisatge compartit», tuve oportunidad de recobrar, con asiduidad, su contacto. La coordinadora «Salvem el Botànic» nació en 1995, y l´Associació de Veïns del Botànic participó activamente, al igual que la Associació Cultural Institut Obrer y la de Antiguos Alumnos de Colegio de San José de los jesuitas, en la exposición que se llevó a cabo en el Jardín Botánico de Valencia, en 2008. Carles Dolç, junto a su amigo y compañero arquitecto, Josep María Sancho, dejaron escrito, «De la devaluació al rescat d´un paisatge», que viene a ser la metáfora que resume su vida de ciudadano profesional comprometido con su pueblo, para devolver a la ciudadanía lo que le pertenece, y recuperar para las generaciones posteriores lo que nos legaron las anteriores.

Al recibir el justo reconocimiento que merece, al igual que Alejandra Soler, como hijos predilectos de la ciudad de Valencia, sólo me resta añadir las palabras del recién reivindicado Raimon, en su caso dedicadas a otro insigne personaje, que vienen a mi memoria al repasar los 40 años en los que tengo presente la figura de Dolç, «t´he conegut sempre igual com ara, sense parlar m´has dit tot va creixent»,en som molts més dels que ells volen i diuen, són molts el que lluiten i que com tu calladament treballen».

Molt just, Carles, també per a tota una generació, com tu dius.