El ayuntamiento de la avenida de Aragón ya ha pasado a la historia. Ayer, nueve operarios trabajaban en el derribo del edificio situado junto al estadio de Mestalla. Con la ayuda de dos máquinas, demolían los muros de la parte izquierda del inmueble, que durante las semanas anteriores ya se había desmontado por dentro.

De este modo, se cumple el acuerdo que firmó la anterior alcaldesa de la ciudad, Rita Barberá, por el que el solar contiguo al Jardín Botánico, propiedad de los Jesuitas, pasaba a ser municipal a cambio de que el hotel que estaba previsto construir ahí se edificara en la ubicación del ayuntamiento de Aragón.

Una permuta de espacios que, como contó Levante-EMV, satisfacía las demandas de la plataforma ciudadana «Salvem el Botànic» ya que, tras casi dos décadas de lucha, el conocido como «solar de Jesuitas» quedará sin edificar y presumiblemente se usará para ampliar el Jardín Botánico, aunque para ello antes el consistorio tendrá que negociar con la Universitat de València.

Las obras afectan a la circulación en la avenida, pues un tramo está cortado, y una parada de autobús ha quedado temporalmente inhabilitada.

Además, también se ha prohibido estacionar en algunas plazas de aparcamiento de la zona, así como el paso de transeúntes, por motivos de seguridad.

Ayer, eran muchos los vecinos y viandantes que se paraban en los alrededores de la avenida de Aragón número 35 para contemplar la destrucción del edificio, y la mayoría no dudaban en captar el momento con sus móviles. Las máquinas, una de ellas con pinzas, golpeaban el ala izquierda del inmueble de cinco plantas que poco a poco se fue convirtiendo en escombros y sus ventanales, en estructuras metálicas retorcidas.

Entre las personas que se acercaban al lugar, tres actitudes: unos lamentaban la pérdida arquitectónica; otros celebraban los cambios en la zona; y a algunos les pillaba por sorpresa y preguntaban «¿por qué lo tiran?».

«Es incalculable el valor que tiene esto», se lamentaban dos vecinos; «es de la época del crecimiento urbanístico y de varios proyectos que se hicieron bajo el lema 'València, la mar de bé', como la prolongación de la Alameda, el Palau de la Música, la peatonalización de ciertas zonas...», relataban, y opinaban que se le podía haber dado un uso «dotacional, para el barrio, como escuela, guardería o biblioteca, pero el ayuntamiento tenía una penalización muy fuerte si no lo derribaba».

Otros vecinos comentaban que la construcción de un hotel lujoso «dignificará» la zona y provocará el cambio de ubicación del rastro. «Es bueno, dará trabajo a la gente y supondrá una entrada de dinero», opinaba un hombre que recordaba los intentos que se hicieron para dar uso al edificio, y suponía que se había derribado porque es «lo más rentable». Una pareja afirmaba que el inmueble público «nunca ha servido para mucho», pues los trámites de la administración local «nunca se podían completar allí». Ajenos a esto, muchos niños se entretuvieron ayer viendo trabajar a las máquinas entre los escombros.