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La Vitti

La Vitti, "refugio de nostalgias y afectos"

Borja González-Ayllón es el fundador y propietario de una cafetería y cervecería que recrea el ambiente de los años sesenta entre antigüedades e instrumentos de música

La Vitti, "refugio de nostalgias y afectos"

La plaza Xúquer, como una isla en medio del bullicioso mar estudiantil,guarda un tesoro. Un pequeño rincón que brilla con una luz algo más tenue que el resto de locales, donde suena el jazz y donde ha quedado congelado el ambiente de otra época en la que se recitaba poesía, se escribía a máquina y la cerveza era artesana. Tiene pocas mesas; parece, más que un bar, el salón-comedor de la casa donde viviría el grupo de artistas al que se sueña con pertenecer.

Borja González-Ayllón es el guardián de este cofre de las veladas perdidas. Recuperó el local que antes albergaba el café Caramull, un mítico bar que durante treinta años fue una institución de la zona. Como estudiante de audiovisuales y amante del cine de Antonioni, tomó el nombre de la actriz italiana de los sesenta Mónica Vitti. El bar es un reflejo de él mismo, que ha trabajado como baterista de jazz y confiesa que como más cómodo se siente es componiendo y escribiendo. Por eso, la música y la literatura son los ejes centrales de La Vitti.

La Vitti tiene dos pasiones. De la primera se es consciente en cuanto se entra por la puerta: vinilos en exhibición, un piano añejo y una banda sonora siempre interesante para acompañar el cerveceo. Los lunes acogen el evento más importante de La Vitti, sus improvisaciones de jazz. «Esto se convierte en una gran fiesta en un día que es originalmente triste y vacío», afirma González-Ayllón. Mariano Steimberg, profesor de la escuela Berklee, y su compañero Ales Cesarini dirigen la sesión aportando la base rítmica. Pero su melomanía no acaba aquí. Un tributo a Elvis la noche de reyes, un arpa y una soprano inundando un bar de música impresionista o, una vez sus puertas han cerrado, Raimundo Amador tomando algo entre amigos y tocando son escenarios de magia que se han vivido entre sus cuatro paredes. «La Vitti es una excusa para que haya música, está forrada con discos y anécdotas, quería que esto se pareciera a mi propia casa y yo estoy obsesionado con ese arte».

Con su segundo amor, la poesía, se cita todos los martes sobre las ocho, de la mano del músico valenciano Odisseu De Laertes. A estos encuentros los llama «Malditos Poetas» y están invitados todos los literatos de la ciudad, porque La Vitti es un lugar para compartir cultura. «En esta ciudad hay muchos poetas y escritores en la sombra, y aquí tienen un micro abierto donde expresarse».

«La Vitti es un refugio de nostalgias y afectos, un sitio de un tiempo anterior, con la atmósfera musical y literaria de los sesenta». Todo este ambiente está regado con cerveza de importación y de barril, servida de una forma «científica» que busca la perfección, cerveza artesanal y gin tonics con ginebras diferentes y tónicas algo especiales.

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