Las llamadas y los mensajes que las personas realizan con normalidad pueden ser la clave para mejorar la salud o la seguridad humanas y la administración pública. Los Big Data „que son los datos que genera el uso de las nuevas tecnologías„, forman una avalancha de información diaria difícil de procesar. Se trata de datos anónimos y agregados que parecen inútiles.

Ahora, grupos de investigación como el de Nuria Oliver, directora científica de Telefónica I+D, los analizan para darles uso social. El proceso se inicia en las torres de telefonía y los datos que se generan sobre la actividad que estas reciben. Así pues, los registros solo se crean cuando los móviles están activos, es decir, al realizar o recibir llamadas y mensajes.

Todas las zonas urbanas cuentan con antenas telefónicas en diferentes puntos y en relación a la actividad que tienen, se observan los movimientos de población: donde se concentra la gente, qué días y a qué hora.

De este modo, se puede estudiar el comportamiento humano en relación al consumo, la movilidad y las características sociales.

Para Oliver, esta es una «gran oportunidad de usar grandes cantidades de datos derivados del uso de los móviles para el sector público», ya que mediante el análisis a través de algoritmos se puede llegar a deducciones y conclusiones.

Ayer, la responsable de Telefónica explicó en la Escuela de Telecomunicaciones de la Universitat Politècnica de València, cuatro de los proyectos en los que su grupo ha utilizado datos captados por la red móvil para aplicarlos al bien social.

Se preguntaron qué valor tienen estos datos para tener una información censal más actualizada y que sea más económica de conseguir que mediante el procedimiento actual. Según Oliver, «los niveles socioeconómicos [uno de los aspectos que recoge el censo] quedan reflejados en la manera de usar el móvil», ya que cuando una persona viaja más, se deduce que tiene más nivel adquisitivo.

Además, en otro caso el equipo de Telefónica I+D dedujo los usos que se dan a determinadas zonas urbanas, ya que dependiendo de la actividad que registran las torres y en qué días y horas, se intuye si es una zona es residencial, industrial, comercial o donde se concentra el ocio nocturno.

También, otro proyecto es un estudio sobre criminalidad en los barrios de Londres, para comprobar si los focos de crímenes (crime hotspots) están relacionados con el movimiento de las personas. Tras ver las variables de la red de telefonía móvil descubrieron las dinámicas de las zonas, y que por donde transita más gente hay menos crímenes.

Tras la pandemia de gripe A de 2009, el equipo de Nuria Oliver también estuvo trabajando con datos de móviles para comprobar si las medidas que adoptó el gobierno mexicano para combatir los brotes influyeron en los desplazamientos de la población.

Estos son solo algunos ejemplos de la utilidad que puede tener la «huella digital de los móviles», dispositivos que funcionan como sensores de la actividad humana.