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Divagaciones

La belleza de un histórico jardín

La belleza de un histórico jardín

Me gustan la luz y los contraluces de esta ciudad, la plástica sinuosa de las nubes, los colores cambiantes del cielo? Me molestan muchas edificaciones hechas al antojo o a las conveniencias económicas. (Nunca comprenderé cómo se permitió construir casas más altas que las Torres de Serrano.) Me dirigí al Jardín de Monforte, denominado anteriormente Jardín de Romero. Recordé lo que de este señor dice Cruilles: «Romero, fundador de la Casa Asilo de San Juan Bautista, desde una humilde clase, con su trabajo e inteligencia, alcanzó una fortuna poco común y hasta un marquesado». Se dedicó a la industria de la seda con gran éxito, desempeñó múltiples cargos y obtuvo importantes condecoraciones. Formó parte del Ayuntamiento Constitucional, como regidor, siendo alcalde el marqués de Campo. En 1849 había comprado al barón de Llaurí. «Una casa de recreo con su huerto cercado de pared y acequia compresivo de 9 hanegadas en la partida del Real, el precio pagado por la finca y casa incluida ascendió a 80.000 reale». En 1864 adquirió los leones de piedra blanca de Colmenar, obra de José Bellver, que flaquean la artística portada neoclásica. Habían sido realizados para la escalinata del Congreso de los Diputados donde no llegaron a colocarse. ¿Cuál fue el significado que movió a su propietario a ubicarlos en su jardín? A su muerte, hereda la propiedad la sobrina de su esposa, Josefa Sancho casada con J. Monforte con cuyo nombre se le conoce. En 1941 fue declarado Jardín Artístico: «De esta clase de jardines, el de Monforte, es uno de los más bellos y originales de España». En 1971 pasó a ser público. Dependiendo de lugares y del estado de nuestra imaginación, se puede tener la impresión de caminar entre sombras del pasado, ser casi testigos de conversaciones o actos de los que se fueron. Y he querido vivir entremezclando tiempos en un mismo espacio. Se sabe de la relación del marqués de San Juan, miembro de la junta del Hospital, con su arquitecto S. Monleón a quien le había encargado un proyecto del mausoleo de su hijo. Monleón se hizo cargo de la construcción del bello palacete de estilo académico francés. Y en 1942 Winthuysen restauró aquel lugar que languidecía, embelleciéndolo aún más. Al acceder al zaguán me he sentido envuelta por ecos de quedas voces. He subido por las escalinatas cuyas paredes se decoraron con figuras femeninas pintadas al temple en torno a una pieza central, He mirado la bóveda y me he detenido en las pinturas alegóricas. Desde la terraza he contemplado el esplendido jardín y me he perdido en él, entre árboles, naranjos y cipreses que bordean el camino junto al seto ondulado de rosales. He caminado por el mágico túnel de estructura metálica cubierto de buganvillas, las fuentes con cascadas y el juego caprichoso del agua rompen el silencio del nostálgico jardín con su media colina artificial, cubierta de plantas y pinos. La variación de esculturas me ha remitido a memorias alegóricas, al pensamiento de filósofos, escritores, poetas y al eterno mensaje de dioses. En este jardín se concentra la vegetación afrancesada de jardines geométricos con el follaje salvaje de preciosos árboles y arbustos. Once mil metros cuadrados de vegetación guardan antiguos y actuales secretos de todo el que deja su sentimiento allí.

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