No importa que sea domingo, mediodía y puente. Al toque a rebato de Na Jordana acuden todos. La clase política, festiva e intelectual se da cita para ser los primeros en ver su belén de libre diseño con entusiasmo. Ya llevan varios años con esta nueva ocurrencia (se pusieron serios con el concurso en 2007 y desde entonces) y este año defienden el primer premio de la categoría. Para ello, han convertido el casal en un espacio para recorrer en círculo.

El centenario del inicio de las obras del nuevo edificio del Mercado Central es el pretexto para hacer del número 10 de Salvador Giner un parque temático sobre el asunto a base de frutos secos, cientos de cajas de brick, cereales, telas, hilos, pastas alimenticias y toda suerte de elementos. Y la habilidad de las manos de los que las han puesto al servicio de la causa. En un extremo, la fachada del nuevo edificio. En el otro, una maqueta de cómo era el antiguo. Y alrededor, un manual educativo que muestra los diferentes puestos y los tipos populares de antaño.

Hay sitio para el humor, como la escena de los Reyes Magos que llegan por el carril-bici y para la crítica, como el recuerdo a las fiestas pretenciosas que, se hicieron en su interior durante la Copa del América. Turistas, alternativos, Ruta de la Seda, sainetes y cotorra componen también el montaje, lleno de detalles milimétricos para, en la escalinata principal, encontrar al niño recién nacido. Un audiovisual lo explica pormenorizadamente con efectos de luz y sonido y lo único que pide la comisión, ya puestos, es dejar algún euro voluntario en el cerdito que hay a la salida.

En primavera empezó la creación de estos cientos de figuras, que tenían que ser catalogadas, almacenadas y perdidas de vista durante meses, dentro del particular carrusel de actividades que hay en el casal. Ahora, puestas en orden, son un espectáculo para los sentidos.