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George Bailey

George Bailey

Cuando se acercan las fiestas navideñas, cada vez antes desde el punto de vista comercial y cada vez más lejos desde el punto de vista térmico, es como si todo aquello en lo que se sustenta este sistema se aparcara de golpe y sólo existieran buenos deseos, felicitaciones de todos para todos y una sensación de poder enmendar todas las cosas que se han hecho mal a lo largo del año.

Ya que es imposible abstraerse de esta situación de buenos deseos que parece inundarlo todo de felicidad absoluta, impostada o no, creo que debemos de utilizar estas fiestas para recordar que no sólo, ni mucho menos, tenemos que hacer nuestras ciudades más humanas en estas fechas sino más bien a lo largo de todo el año.

Porque lo cierto es que independientemente de que se celebre la navidad o la llegada del solsisticio de invierno, estas fiestas evidencian la enorme brecha social en el Estado español, diferencia ésta que se agranda año tras año, alcanzándose cifras escandalosas y verdaderamente lamentables, impropias de un Estado que se define como social en su vapuleada y ninguneada Constitución. Valencia ocupa un puesto destacado con sus decenas de miles de desempleados, fruto de las políticas austericidas impuestas desde la Unión Europea y ejecutadas por el conjunto de las administaciones públicas.

De esta manera, se pone de manifiesto como la solidaridad, en la que deberían de basarse nuestras políticas sociales y de trabajo, limitadas e ineficientes, se ve sustituida inexorablemente por la iniciativa privada, que aunque bienintencionada, practica más bien la caridad y no la solidaridad. Que estas fiestas deben de tener un carácter colectivo y no individual debe de ser, no solo un gesto de estos días sino el inicio de un compromiso que determine lo que será el resto del año.

Y nada más pedagógico en estas fechas que ver una vez más, si es que las cadenas de TV tienen a bien programarla, esa maravilla de la historia del cine que es «Qué bello es vivir» de Frank Capra. Pocas películas con una aceptación tan masiva y con un mensaje social tan contundente, han resistido tan bien el paso del tiempo, ya que describe los estragos que en el pueblo trabajador provoca una crisis capitalista, que como decía Marx se repite cíclicamente, pero lanza a la vez un mensaje de esperanzadora confianza en el futuro. Con dos partes perfectamente definidas,en la segunda similar a un cuento de terror, el protagonista, George Bailey, cuya vida ha estado dedicada a la solidaridad con los demás, descubre lo que sería su hogar, Bedford Falls, si él no hubiera existido. Una ciudad donde el financiero sin escrúpulos, Henry F. Potter, nada en la abundancia, en una localidad fantasma a la que incluso le ha puesto su propio nombre. Pero Bailey despierta de la pesadilla y descubre lo importante que ha sido su labor solidaria, una semilla más del New Deal del presidente Roosevelt,que le es devuelta con creces por sus conciudadanos, demostrando así que lo que se recoge estas fechas debe ser la siembra de todo el año.

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