La Cabalgata de Reyes cierra el capítulo festivo anual. Se celebra por toda la geografía española y también fuera de nuestras fronteras, en países como Polonia o México. La de Valencia se remonta al primer tercio del siglo XX, coincidiendo con una mayor comercialización del juguete. En la Comunidad Valenciana más del 50 % de poblaciones, es decir 237 municipios, celebran la Cabalgata, cifras que la convierten en la segunda festividad del invierno, únicamente superada por San Antonio Abad.

Echando la vista atrás, la cabalgata desembarca en el cap i casal hace más de cien años con un marcado acento alcoyano. La de Alcoi es la primera de España y del mundo, data del 1866, tiene 150 años y, a día de hoy, es Fiesta de Interés Turístico Nacional. La de Valencia ya ha superado el siglo, pero nadie se ha acordado ni siquiera de homenajear a los artistas carroceros, actores esenciales en el desarrollo, ejecución y celebración de la cabalgata.

Ni durante la II República, ni durante la Guerra Civil dejó de celebrarse la Cabalgata de Reyes. A partir de 1940, con el reparto de regalos en el ayuntamiento, la celebración fue teniendo más arraigo. Una popularidad que creció aún más tras instaurar la llegada al puerto de Valencia de los Reyes Magos en los años cincuenta.

Tras recorrer brevemente su historia, no podemos olvidar el origen religioso de esta festividad, cuyo texto original está en el Evangelio de San Mateo. Si a esta fiesta se le obviase su origen religioso, quedaría como un acto de exaltación monárquica. Y me pregunto si realmente es eso lo que quiere el actual alcalde de Valencia.

Puede ser que la cabalgata necesitara renovarse, pero antes de tomar decisiones precipitadas hay que pararse a analizar las cosas. No se puede alterar la esencia de una cabalgata por motivos meramente ideológicos y personalistas. No es una cuestión de gustos.

Es en la proyección nacional e internacional de nuestra Cabalgata de Reyes donde quizás deberían concentrarse las fuerzas. Claro que innovar es bueno, pero los cambios deben ser previamente madurados, dialogados y consensuados con la sociedad civil. En mi opinión deberíamos ocuparnos de darle, a este evento de cuño valenciano, la importancia debida y la proyección real que merece.

Mientras el tripartito prepara su cabalgata laica, parece que nadie se acuerda de los verdaderos protagonistas: los niños. Ellos son lo mejor que tiene esta ciudad y nuestro principal activo como sociedad. La ilusión de los más pequeños esperando la llegada de los Reyes Magos no es comparable con nada y no debe quedar trastocada. No debemos defraudarles.