El Colegio del Arte Mayor de la Seda ha puesto en marcha una iniciativa para proteger al sector de productores de seda valenciana, que en los últimos años ha vivido un retroceso por, entre otros motivos, la importación de productos de China e incluso de India. Ante esta situación, el Colegio decidió en 2012 poner en marcha un sistema de certificaciones para crear una especie de denominación de origen, una marca de garantía que haga las veces de certificación industrial.

Así lo explica Vicent Genovés, presidente del Colegio del Arte Mayor de la Seda, que ayer por la tarde celebró una gala en la Lonja para entregar las primeras 134 etiquetas de autenticidad, dentro de los actos vinculados a la Ruta de la Seda, que tiene parada en Valencia. «Hemos hecho la gala para darle la máxima repercusión a esta iniciativa y que la gente se mentalice en que hay que exigir esta certificación», valora Genovés.

«Tenemos el problema de importación de seda china; incluso también de espolines fabricados de India, con copia del diseño», lamenta. El presidente asegura que en los últimos años se han detectado falsificaciones «auspiciadas desde aquí, desde tiendas que han enviado dibujos» valencianos con dirección a Asia. «El certificado pretende autentificar la seda que se fabrica aquí», insiste. «El problema es que lo importado con dibujos clásicos se vendía incluso como seda valenciana», se falsificaba.

Para solventarlo, el Colegio ha elaborado «un protocolo de actuación», con una «DO» para que el comprador sepa que compra auténtico producto valenciano: «Sobre las piezas que no llevan etiqueta no nos pronunciamos».

En estos momentos, la industria de productores de la seda, ubicada en Valencia y municipios del área metropolitana, vive básicamente de la indumentaria valenciana. El sector, que data de la época de la conquista musulmana, vivió su esplendor en el siglo XVIII. El Gremi de Velluters data de 1474.

Hoy la industria está en retroceso. Básicamente, la indumentaria valenciana representa el 70/80% de la producción, el negocio que mantiene a los principales sederos que sobreviven en el siglo XXI. Restan cuatro empresas: Vives i Marí; Rafael Català; Gironés Vila y Bartual, que proveen a las tiendas donde acuden los falleros. En las tres últimas décadas han desaparecido entre seis y ocho firmas sederas en la provincia de Valencia, apuntan desde el Colegio.

Precisamente, desde el Colegio del Arte Mayor de la Seda lamentan la escasa relación con la Junta Central Fallera. «Nunca ha habido contacto a ningún nivel. Tenemos ganas de pelear y defender la seda de valencia», concluye Genovés.