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La trastienda

Qué decepción

Qué decepción

Leo con indignación la gira que el Consell le prepara a Raimon por toda la Comunitat. Argumentan que quieren recuperar la normalidad por aquello del veto que ha sufrido el cantante estas décadas de gobierno de la derecha. Que el mismo interesado no quiere homenajes ni distinciones, pero no se me ocurre uno mejor que este, tan a la carta y tan bien remunerado. Concretamente la friolera de 16.000 euros por concierto. Raimon merece su distinción, y no negaré que se le debe, pero hay maneras y maneras.

Los nuevos gobernantes deberían haber entendido que el veto en el tiempo ha sido para todos. Y no solo para músicos. Es una decepcionante noticia para los ciudadanos que esperamos movimientos que no llegan, y vemos cómo se dan pasos que recuerdan tanto y tanto a lo que por desgracia ya sabemos de memoria.

¿Dónde está ese gobierno que pretende gestionar para todos? ¿Cómo pueden aprobar ese desmesurado presupuesto con todo lo que hay por hacer? ¿Desde cuándo un gobierno monta giras a gastos pagados? Gestos como este lo desacreditan. Las instituciones deben ser la vía que facilite las cosas, que mediante acciones acerque las disciplinas culturales a la calle, a la gente. Politizar la música, como ocurre en este caso, demuestra que desconocen de qué va todo esto. Hay que empezar por apoyar, desde la base, sea cual sea el idioma, el estilo o la puesta en escena pretendida. Y para eso hace falta algo más que trabajo o intención. Es necesario conocimiento de lo que ocurre. Y una vez más no lo hay.

En la materia que nos ocupa, pienso en aquellos que llevan años trabajándose y labrándose su carrera, que alquilan salas para poder tocar, que se pagan sus propias grabaciones, su propia promoción y los diseños para los carteles de sus eventos, siempre que pueden y no tengan que hacérselo ellos mismos. A los que tienen que pagar, como si fuera una letra más, el alquiler de su local de ensayo para poder trabajar y desarrollarse. Y qué pocos son los municipios que apuestan por la construcción y cesión de locales. Demasiado pocos. De estos gestores deberían tomar nota.

Ni idea tienen de la precariedad y necesidad que reclama la música y los músicos valencianos, elijan el idioma que elijan para desarrollar sus creaciones, por el abandono y la marginación a la que se les ha sometido durante tantos años. No está mal abrir las puertas a aquellos a los que se le cerraron por despecho y motivos ideológicos siempre que no se olvide la base ni a tantos sin posibilidades de mostrar su talento al exterior porque no hay medios para hacerlo. Un par de generaciones se han perdido por la inacción, por la marginación a la que se les ha sometido. Y otros corren el riesgo de seguir la misma suerte.

Ni idea tienen los que gobiernan del abuso de los alquileres en salas de mediano y gran aforo, donde los músicos se hipotecan antes siquiera de empezar a hacer su trabajo. Ni idea de la precariedad acústica y el escaso acondicionamiento de los locales y la falta de apoyo en licencias para aquellos que quieren y desean programar conciertos desde la máxima legalidad, pero que se ven bloqueados por la negativa institucional a otorgar estas licencias.

A los que nos contagiaron la ilusión del cambio, del apoyo a la cultura como necesidad de conocimiento desde lo público nos han dado un golpe en la sien con todo esto. Una verdadera lástima. Y una auténtica torpeza.

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