Todo lo bueno llega a su fin y el festival de cometas más importante de España no iba a ser menos. Más de 200 pilotos de todo el mundo han desfilado y hecho volar sus volantines en el Festival del Viento Ciudad de Valencia ante la mirada de centenares de espectadores que acudieron y salieron fascinados por su acrobacias imposibles en un cielo despejado y soleado.

El espectáculo reúne a familias, amigos y fans de las cometas, que acuden como público o como competidores en el encuentro por excelencia de volantines a nivel internacional.

Un grupo de amigos procedentes de Rusia son «hinchas» entusiastas de esas exhibiciones. «Vivimos en Valencia desde hace dos años y siempre nos gusta venir al festival. La llegada de la primavera siempre nos recuerda a que las cometas pronto saldrán a volar y no podemos perdérnoslo» explica Sofya Muratova. «Es una mezcla mágica entre color, música y sorpresa continua. Nunca te imaginas la cantidad de cosas que una cometa puede hacer», confiesa su acompañante Elena Prokhorova. Han venido con su sobrina, Natalia Gorelova, que lleva en sus manos una bonita cometa en forma de mariposa lista para alzar el vuelo. Los niños son protagonistas y entusiastas de los bonitos colores y formas. Luisa Marín, de tan solo doce años, lo tiene claro: «Mis favoritas son las cometas gigantes,. Es increíble ver cómo las hacen volar», dice.

Paseo abarrotado por el buen sol

Sin duda, la excelente temperatura fue una de las principales causas Las terrazas estaban llenas, las arrocerías no daban abasto y los pocos chiringuitos que sobreviven no paraban de servir bebidas heladas. «Ayer vino mucha gente, pero lo de hoy ha sido desorbitado» cuenta María C., camarera de un bar en pleno paseo Marítimo. «Esperábamos que viniese gente pero ¡a media mañana ya estábamos completos! Ha sido una sorpresa y una alegría» detalla mientras recoge y prepara la siguiente mesa.

La familia Broseta Ferrer, que acudió con su hijo pequeño. «Hemos venido a ver el espectáculo, vale la pena venir; es una auténtica maravilla. Queremos, además, intentar hacer volar la primera cometa con nuestro hijo, que tenía muchas ganas de venir y es la primera vez para él» añaden con entusiasmo.

También grupos de jóvenes, una especie de «peñas» de las cometas, disfrutaban del sol en el paseo ante la imposibilidad de sentarse en los bares, acomodados en sillas y bebiendo refrescos. «No esperábamos este calor, pero es mucho mejor así. Además, el viento es agradable. La verdad es que el hecho de que el festival se celebre aquí es idóneo» dice Manuel Sanz, mientras sus amigos corroboran sus palabras con un improvisado brindis. Así culmina el mayor festival de Europa, que recoge sus hilos hasta el año que viene.